Medio: La Razón
Fecha de la publicación: jueves 18 de mayo de 2023
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Aparte de que el presidente Arce cumpliera su primera mitad de mandato, nos olvidamos que gobernadores y alcaldes también cumplieron poco más de dos años en el ejercicio de sus cargos, y por tanto en términos políticos es importante revisar el tablero político en ese cuadrante.
Quizá las figuras más emblemáticas, que en el momento de su elección se habló mucho, lo fueron en El Alto con Eva Copa, en La Paz con Iván Arias, en Cochabamba con Manfred Reyes Villa, en Santa Cruz departamento con Camacho, en Santa Cruz ciudad con Jhonny Fernández, y en Chuquisaca con Damián Condori.
Todos ellos se constituyeron como verdaderos acontecimientos políticos, porque la cantidad de votación que recibieron y la expectativa que generaron no fue poca.
Por un lado, se decía que eran la futura promesa para levantar moralmente a la oposición antimasista que no se recuperaba de la derrota sufrida en la elección general de 2020, en la que se insistía, casi como si fuera hasta las últimas consecuencias, que tenía que haber una segunda vuelta electoral y ahí todos juntos como hermanos miembros de una secta, ir tras la derrota del masismo.
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Vista la trayectoria política de las autoridades locales y departamentales, vemos tres características de las mencionadas en sus perfiles individuales: la tecnocracia de la descentralización al poder, los políticos con trayectoria muy pasada, y otros con un recorrido más reciente.
Sin embargo, en estos perfiles, lo que se ve por ahora es la ausencia de novedad o de instalación de una promesa política hacia el futuro; varios de ellos funcionaban muy bien estando por fuera del sistema de partidos, al menos demostraron ser buenos comunicadores y agitadores de masas electorales.
Pero en el tiempo están pasando por dilemas importantes, como el no poder sentar las bases institucionales de una estructura política partidaria, el tener unas alianzas preelectorales muy frágiles y bastante alejadas de criterios programáticos, el contar con gestiones públicas sin brillo propio, o incluso la debilidad mayor que tienen en sus respectivos máximos líderes.
De cara a las elecciones generales de 2025, si alguno de los alcaldes o gobernadores de oposición pensaría en ir como candidato, ahora mismo lo único que podría funcionarles es el discurso de la unidad por oposición al masismo.
Pero ya hemos visto que mantener de manera exclusiva ese principio en el discurso lo único que hace es que el porcentaje que vayas a obtener te asegure una bancada legislativa minoritaria y reactiva. Necesitan de liderazgo y horizonte, dos condiciones sobre las que llevan muchísima desventaja.
(*) Marcelo Arequipa Azurduy es politólogo y docente universitario