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Discurso y legitimación política en Bolivia hoy - Pablo Deheza

Medio: La Razón

Fecha de la publicación: domingo 07 de mayo de 2023

Categoría: Organizaciones Políticas

Subcategoría: Democracia interna y divergencias

Dirección Web: Visitar Sitio Web

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“El MAS perdió la capacidad de acción hegemónica desde el momento en que, en 2015, decide centrar su accionar en torno a la reelección de Evo Morales. El resultado de esa estrategia política es la pérdida de credibilidad respecto a su condición democrática. No sólo porque no respeta el referéndum (del 21 de febrero de 2016), sino porque quiere cambiar la nueva Constitución. No respetó la aplicación de un referéndum que era parte ya de la nueva Constitución.


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/ 7 de mayo de 2023 / 20:54

El sociólogo Fernando Mayorga analiza la evolución y situación actual de las prédicas que despliegan los actores políticos en el país

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Atrás. muy atrás, quedó el tiempo de la narrativa épica de gobernar escuchando al pueblo. En el caso de evo Morales, ese fue el gran lema al que recurrió para legitimar su paso por el poder. Claro, eso se desportilló bastante luego del referéndum del 21 de febrero de 2016 y la negativa del líder del MAS a someterse a la negativa a una nueva candidatura suya que emergió de las urnas. Entonces, la oposición pudo hacerse de una bandera que le era ajena hasta ese momento, la defensa de la democracia. Hoy en día, todo aquello parece haber volado por los aires y que lo que queda son los estropicios de un vendaval.

Los discursos políticos no son meras palabras, dicen cosas profundas, tanto de quienes los emiten como de aquellos dispuestos a tomarlos como propios.

En la arena política, los actores buscan convencer a la sociedad de que sus ideas, proyectos y propuestas son las más adecuadas para atender los intereses y necesidades de la población. Para lograrlo, se construyen discursos que apelan a los valores, creencias y expectativas de la sociedad.

Así, la discursividad política cumple un rol fundamental en la construcción de la legitimidad para disputar por el poder y también para ejercerlo. A través del discurso, los actores políticos intentan construir una imagen positiva de sí mismos y de sus propuestas. También apelan a deslegitimar a sus oponentes, presentándolos como enemigos de la sociedad o como actores que no están en sintonía con las necesidades de la población.

Para hablar de la situación actual de la discursividad política en el país, conversamos con el sociólogo cochabambino Fernando Mayorga. Autor de varios libros sobre este y otros temas del devenir y la coyuntura boliviana, nos brinda su análisis a partir de una sólida base académica y una sensibilidad muy rica sobre nuestra realidad.

Toda observación sobre la política comienza necesariamente por ver qué anda pasando con el poder y quienes lo detentan. Consecuentemente, corresponde empezar por el partido de gobierno. “El MAS, hasta el 2019 y también durante la campaña electoral de 2020, tenía un discurso unificado, tenía una estrategia discursiva que además correspondía para la exigencia un modelo de toma de decisiones centrado en un líder, que era presidente del Estado, presidente del partido, de las seis federaciones y cabeza de la Coordinadora Nacional por el Cambio (Conalcam). Había, por lo tanto, un accionar unificado. Ese modelo decisorio y esa estrategia discursiva se desarticula en 2019, con el golpe de estado”, afirma mayorga.

“En 2020 van a aparecer las primeras disyunciones o separaciones en la discursividad política del MAS, porque después del golpe de estado no hay una voz de mando única. Hay posiciones divergentes y en algunos casos contradictorias. Por ejemplo, en la bancada parlamentaria del Senado, al mando de Eva Copa, se toma una posición que no se alinea con la del líder histórico, que estaba en el exilio”, sostiene el sociólogo. En ese momento aparecen también dos binomios para las elecciones de 2020. Al final se llega a un entendimiento y de ahí sale el binomio Arce Choquehuanca.

“Durante el año del gobierno interino (de Jeanine Añez Chávez) van a haber varias manifestaciones de estas exigencias, de estas disyunciones. El punto en el que se reunifica nuevamente el MAS es en la consigna de la recuperación de la democracia y es lo que permite la victoria electoral de Luis Arce”, explica el analista.

Continúa señalando que “luego, estas disyunciones se van ahondando, porque por un lado está el presidente del Estado, Luis Arce, y por otro está el presidente del partido, Evo Morales. No logran articular un modelo de decisión que reemplace al que estuvo vigente en el pasado. Al no haber un modelo decisorio, donde se definan las tareas, los roles, el presidente del partido, que es lo que le queda a Evo Morales, como recurso de poder, las disyunciones empiezan a convertirse en disputas, en contradicciones y ahora en disputas abiertas”.

“Lo que se tiene entonces es una multiplicidad de voces en el MAS, que no se limitan a la del Gobierno y a la del partido, que en sus propios códigos aparecen como radicales y renovadores. En ambos casos son débiles porque son parciales. De por sí esto traslada la polarización de antaño entre izquierda y derecha a las propias filas del partido de gobierno. Del lado de los renovadores, se habla de una continuidad del proceso de cambio. Por lo tanto, de objetivos e ideales comunes. Aunque, en el debate con los radicales, enarbolan una serie de cuestionamientos a sus detractores”, apunta Mayorga.

Hace notar que “entonces, hay una suerte de diversificación discursiva con posturas contradictorias que ponen en evidencia las disputas internas que no tienen que ver con la acción gubernamental ni con el proceso de cambio y que están impulsadas por este prematuro debate en torno a quién debería ser el candidato presidencial del MAS en 2025”.

Política

En suma, en el MAS actualmente prima la brega interna antes que la búsqueda de una acción empática con la sociedad en su conjunto o al menos con aquellos simpatizantes que no son necesariamente militantes. La consecuencia directa de esto es la relajación de la capacidad de acción hegemónica del partido de gobierno. La hegemonía consiste en el hecho de generar el convencimiento entre los gobernados de que quienes gobiernan merecen gobernar. Dicho de otro modo, es el convencimiento mayoritario en una sociedad dada de que quienes detentan el poder lo hacen con legitimidad. La capacidad de acción hegemónica es aquella que es capaz de lograr esa percepción.

“El MAS perdió la capacidad de acción hegemónica desde el momento en que, en 2015, decide centrar su accionar en torno a la reelección de Evo Morales. El resultado de esa estrategia política es la pérdida de credibilidad respecto a su condición democrática. No sólo porque no respeta el referéndum (del 21 de febrero de 2016), sino porque quiere cambiar la nueva Constitución. No respetó la aplicación de un referéndum que era parte ya de la nueva Constitución. Con eso, le cede a la oposición la bandera de la democracia en el sentido de la libertad, vigencia del estado de derecho. La oposición comienza a situar el clivaje entre democracia y dictadura en el centro del escenario político. Con esa consigna de democracia en libertad y libertad en democracia frente a la tiranía, encarnada en la pretensión de reelección de Evo Morales, la oposición se articula en una coalición grande y genera una alta movilización social. El MAS queda en la orfandad. No hay respuesta frente los que querían generar un golpe de estado”, asevera el sociólogo hincha de Aurora.

“El MAS logra recuperar relativamente su capacidad de acción hegemónica cuando aparece como el actor clave para la recuperación de la democracia. En torno a esa consigna y al binomio del MAS es que se produce una articulación de múltiples fuerzas. Esto fue así porque había una demanda de alta agregación que era recuperar la democracia, que va a permitir darle la victoria electoral a Luis arce y David Choquehuanca”.

Fue un momento de nuevas oportunidades. “El MAS tenía condiciones para restituir su capacidad de acción hegemónica. Porque lo que quedaba intacto del MAS era el otro sentido de la democracia, que es su acepción en tanto igualdad y justicia social. Esto se expresa en los logros del proceso de cambio en términos de redistribución de la riqueza con disminución de la pobreza y la desigualdad. Parte de la votación, que explica por qué el MAS obtiene el 55,1%, es que su candidato garantizaba la estabilidad del modelo económico, para mantener esos objetivos de igualdad e inclusión social”, explica Mayorga.

Pero, la realidad no es muy afín con las linealidades. Luego viene un desgaste, que no es producto de eventos externos, “sino como resultado de estas pugnas internas, de estas disyunciones que se han vuelto disputas, que han debilitado la gestión de gobierno. Se ha producido una división en la bancada, claramente en diputados. En algún momento el presidente del partido mencionó que, como partido, no tenían cabida en las decisiones del Gobierno. Todo esto, en un momento de incertidumbre económica, ha empezado aponer en duda la eficacia de la gestión en lo que se esperaba que era más fuerte, que es la economía”.

El sociólogo observa que “en las filas del propio MAS aparecen las críticas al Gobierno de estar en componendas, en acuerdos circunstanciales con la oposición. Entonces, en ese cuadro es evidente que el MAS ha perdido su capacidad de acción hegemónica. En la medida en que no actúe de manera uniforme en términos discursivos y se rearticule en torno a un programa que dé cuenta de las áreas estratégicas en esta fase del proceso de cambio, no va lograr eficacia”.

Entremos ahora a ver lo que viene ocurriendo en la vereda de enfrente, donde la armonía tampoco da señales de ser el pan de cada día. “Lograron tener credibilidad cuando asociaron esta demanda, de democracia como libertad, a la reelección de Evo Morales. Tenía verosimilitud y podía interpretar ese intento de permanecer en el sillón presidencial como una suerte de debilitamiento de lo democrático. Se equivoca, la oposición en general, cuando supone que el MAS se reduce a Evo Morales y que, si él quedaba fuera, sería fácilmente derrotado en las urnas. Esto es producto de una mala caracterización que hacen del MAS como estrictamente populista. Es un error de apreciación. Por ello, insisten en el clivaje democracia versus dictadura y le atribuyen a Arce ahora los mismos adjetivos que antes eran dirigidos contra Morales. No tiene la misma capacidad de convocatoria y por eso los paros cívicos cruceños quedaron circunscritos a ese departamento. Antes tenían capacidad de expansión y de convocatoria nacional”, indica.

La gran bandera opositora, que fue esa apelación a un sentido de democracia que culminó con el derrocamiento del entonces presidente en 2019, ya no es lo que fue. “Lo único que le ayuda a la posición, a Creemos en particular, es la presencia de Evo Morales en el escenario político. Le beneficia porque puede alertar sobre un posible retorno del líder histórico del MAS, pero al mismo tiempo esto les saca del juego, porque quien aparece cuestionando al Gobierno, en sus líneas centrales de gestión, es precisamente Evo Morales”, explica Mayorga.

El regionalismo es un componente fuertemente marcado en la discursividad de Creemos y de su líder, Luis Fernando Camacho. Las cartas que el gobernador da a conocer, desde su reclusión en el penal de Chonchocoro, exudan esa impronta cruceñista. “Eso le sirve para reforzar su base social, su base electoral, que es la única que se alinea detrás de la figura de Camacho”, precisa el analista.

Sin embargo, advierte que “no hay que caer en la tentación de pensar que el apoyo es por Camacho. Así como es un error pensar en el evismo o en el arcismo, así es también un error pensar en el camachismo en esos términos. Camacho es producto de un rol que juega el Comité Pro Santa Cruz y es esa institucionalidad la que sostiene el discurso regionalista”.

Tanto es esto así que “Camacho, como gobernador, se tiene que adscribir a ese discurso. En algunos casos lo radicalizan, cuando están en conflicto con el Gobierno central. Con todo, es un discurso que cohesiona internamente, pero que se aísla del resto” del país.

En cuanto a Comunidad Ciudadana (CC), Mayorga sostiene que hubo “una paulatina adscripción a las posiciones de Camacho en su momento y de Creemos. Es decir que, de una posición claramente de centro, centro izquierda, que caracterizaba a Carlos Mesa, ya como CC y él como figura política, actúan de manera reactiva frente al MAS. Al igual que Creemos, siguen viendo al MAS, a Arce, como si fueran una continuidad de Evo Morales. En esa lógica, terminan asumiendo posturas similares a las de Creemos y, así, pierden su capacidad de acción autónoma. Por esto, aunque tengan una mayor cantidad de parlamentarios, CC no es cabeza de la oposición. Parecen estar en una lectura incluso más anacrónica que la de Creemos. Ahora expresan posiciones de derecha de manera mucho más explícita”.

Añade que “el hecho de que Evo Morales esté criticando al Gobierno ha hecho que CC no tenga mucho margen de acción. Después de 2029 no ha dado una señal de renovación discursiva que los distinga y que les dé la posibilidad de ser la fuerza que articule a la oposición”.

Entonces, entre desgastes discursivos, disputas internas, contradicciones, aislamientos de y entre los opositores, ¿de qué va la política boliviana al presente?

“La fragmentación está en el sistema político, sobre todo por lo que pasa en el MAS”, sentencia Mayorga. “El partido de gobierno tiene problemas internos, contradicciones que han debilitado la gestión gubernamental y también la identidad política del MAS. La oposición no actúa tampoco como una coalición. Creemos está por un lado, CC por otro, hay varios gobernadores y alcaldes que son rivales el MAS que no están tampoco alineados con estas oposiciones. Aparecen cosas complejas, como es el caso de Eva Copa, que apoya al Gobierno, pero tiene distancias con el MAS”.

“No hay ya, como pasó en 2019, dos coaliciones, dos bloques enfrentados entre sí. El MAS siempre ha sido una coalición entre estructuras partidistas y organizaciones sociales, de raigambre más popular. Del orto lado estaban los partidos de oposición más los comités cívicos y las plataformas ciudadanas. En ambos casos predominan actualmente fuerzas centrífugas que provocan esta ausencia de una estrategia discursiva que permita entender su desempeño y facilite explicar hacia dónde están apuntando”.

A modo de conclusión, el sociólogo cochabambino advierte que “en el camino están poniendo en cuestión precisamente las posibilidades de articulación para pasar a ese segundo momento clave que es el despliegue de una campaña de acción hegemónica. Actualmente no estamos en eso, estamos viendo la recomposición, las disputas internas. Será seguramente al año, cuando se den las primarias, que tendrán que dirimirse las disputas y delinearse los discursos y propuestas hacia 2025”.