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El desafío de la unidad en el MAS-IPSP Sacha Llorenti

Medio: La Razón

Fecha de la publicación: domingo 07 de mayo de 2023

Categoría: Organizaciones Políticas

Subcategoría: Democracia interna y divergencias

Dirección Web: Visitar Sitio Web

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Dicho eso, el rol del líder, del partido y de las organizaciones sociales son temas profundamente ideológicos que, traducidos en un escenario electoral, se convierten en determinantes. La voz del líder histórico, el vínculo pueblo-líder-pueblo, el rol del partido y de las organizaciones son esenciales.


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/ 7 de mayo de 2023 / 17:44

Un decálogo de propuestas que buscar limar asperezas en el partido de gobierno

Podemos, sin dudar, parafrasear a René Zavaleta y afirmar que el MAS-IPSP no es solo un partido político o el instrumento de poder de las organizaciones sociales bolivianas. El MAS-IPSP, en este primer cuarto del siglo XXI, es la política en Bolivia. Todo el quehacer político gira a su alrededor, su fuerza gravitacional y expansiva es de tal magnitud que su desintegración no podrá venir de fuerzas externas, sino que solo podría ser producto de una implosión.

Dicho esto, es sencillo concluir que, al hablar de la unidad del MAS-IPSP, se habla de la posibilidad o no de dar continuidad al más importante esfuerzo de construcción de lo nacional–popular en los casi 200 años de historia de nuestro país. Por lo visto, esa conclusión está por demás clara para la derecha boliviana y los agentes foráneos que trabajan por la restauración del orden neoliberal; y no así por las visibles fisuras y choques entre autoridades y dirigentes políticos y sociales, en el MAS y en el Gobierno.

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Con un ánimo constructivo, desde las bases de nuestro instrumento político, me permito hacer las siguientes puntualizaciones como una base propositiva:

MAS-IPSP

1. La unidad del movimiento popular boliviano fue siempre evasiva y es una excepcionalidad histórica. Se logró construir después de un largo y difícil proceso que fue determinado por las organizaciones sociales indigeno-campesinas más importantes del país. A lo largo de los años, hubo encuentros y desencuentros, consecuentes y obsecuentes, lealtades y traiciones. La unidad no aparece por nombrarla, hay que cuidarla, abonarla, darle contenido y método.

2.El pueblo es el verdadero protagonista de nuestras victorias. Sin embargo, éstas también están  talladas por algunos individuos capaces de leer esas condiciones y encarnar sus aspiraciones. En nuestro caso, el líder histórico de nuestro proceso es Evo Morales, pero no como una figura a la que se pretende recluir en un museo, sino como el político más importante de la Bolivia contemporánea, el artífice de la unidad y el fundador y constructor del Estado Plurinacional. No es casualidad que nuevamente sea el político más atacado.

3. Asimismo, el pueblo, a través del voto, eligió como Presidente al compañero Luis Arce Catacora. Él es quién preside el Estado, y su gobierno es un gobierno producto de la lucha de los movimientos sociales. Por lo tanto, es un deber defenderlo, fortalecerlo y cuidarlo.

4. En ese marco, es una obligación ser intransigentes en la defensa del Estado Plurinacional, de los recursos naturales, del movimiento popular boliviano y de su relación con los procesos de emancipación de los pueblos del mundo. Preservar nuestra identidad antiimperialista, anticapitalista y anticolonialista. Teniendo siempre presente que el sujeto histórico y protagonista de nuestro proceso es el movimiento indígeno-campesino-originario, la clase trabajadora y los sectores populares urbanos de Bolivia.

5. Por primera vez desde 2006, tenemos al presidente del Estado en una persona y al presidente del partido en otra. Ese desafío debe ser resuelto en el marco de los estatutos partidarios y con una decisión clara y material de fortalecimiento y no debilitamiento del partido, sin suplantación de sus roles. Todo dentro del MAS-IPSP y las organizaciones sociales y nada fuera de ellas.

6. En el marco de la lucha contra la corrupción, narcotráfico y prebendalismo, deben ser repudiadas y desautorizadas todas las denuncias presentadas sin pruebas. Es inadmisible que incluso se haya llegado a que ciertas personas hayan presentado ante los medios de comunicación falsificaciones y se mantengan como voceros de alguna corriente.

7. No deben ser las encuestas las que determinen las decisiones políticas más importantes. Pueden servir para orientar, pero no deben determinar. Nuestro partido siempre ha sido víctima de la manipulación demoscópica y, no sería extraño que ahora se utilicen para fomentar la división.

8. Debe censurarse cualquier intento de dividir a las organizaciones a través de prebendas. Esa es una práctica neoliberal de “patas cortas”. La fortaleza de nuestras organizaciones ha estado en la defensa de los intereses de sus bases.

9. Se debe evitar a toda costa que la “izquierda señorial” se enquiste en los espacios de toma de decisiones. A lo largo de la historia, siempre han promovido la división y han subordinado los intereses populares a sus intereses mezquinos personales o sectarios.

10.Evitar caer en el encandilamiento que produce el tener poder, el poder aleja de la realidad y provoca autosuficiencia.

Difiero de quienes dicen que no existen diferencias ideológicas en la disputa entre el MAS-IPSP y el Gobierno. Uno de los grandes logros del proceso de cambio es haber construido un sentido común en torno a la nacionalización y la plurinacionalidad. Por tanto, no creo que esos sean los temas ideológicos en disputa hoy en día.

Dicho eso,  el rol del  líder, del partido y de las organizaciones sociales son temas profundamente ideológicos que, traducidos en un escenario electoral, se convierten en determinantes. La voz del líder histórico, el vínculo pueblo-líder-pueblo, el rol del partido y de las organizaciones son esenciales.

Estas son algunas ideas que podrían servir de acicate para un debate político que nos permita superar las dificultades actuales y encarar el futuro asumiendo la enorme responsabilidad de tener muy en claro que lo que está en juego no es el futuro político de nadie en particular, sino que lo que está en riesgo es el futuro del pueblo boliviano. No existe nada más importante que garantizar la continuidad del proceso de transformaciones estructurales para la consolidación de un país más justo y más humano. Todo estará en riesgo si la unidad del pueblo no se ve reflejada en la unidad de sus dirigentes y de sus líderes.

(*) Sacha Llorenti es abogado, exministro de Evo Morales