Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 19 de abril de 2023
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Hace años se decía que las izquierdas defienden el medio ambiente y la madre tierra ¿lo hacen ahora que les encanta el extractivismo y viven de él, lo hacen en Bolivia, Venezuela? Se afirmaba que ellas defendían los derechos humanos ¿Continúan en esa ruta, en Cuba, Nicaragua, Venezuela, Bolivia? Se repetía hasta el cansancio que ellas eran defensoras de las libertades de pensamiento y de prensa. ¿Todavía se puede afirmar eso en Rusia, China, Cuba o Nicaragua? Como las respuestas son negativas a esas interrogantes, se podría decir con cautela que las izquierdas hacen todo lo que criticaban a las derechas y éstas siguen en el mismo camino de siempre. ¿Se habrán derechizado las izquierdas y las derechas en qué andan en estos tiempos? ¿Entonces cuál es la diferencia entre derecha e izquierda o ambas son lo mismo porque hacen cosas idénticas? Sería poco preciso decir que sean iguales, algo las debe diferenciar. Quizás la solución del tema implique entender que esas categorías analíticas ya no tienen la fuerza explicativa que poseían en el pasado y, por tanto, será preciso escudriñar otras sendas analíticas. No obstante, el tema está tan ideologizado que muchos que se consideran izquierdistas querrán hablar siempre de la izquierda y la necesidad de que ésta aplaste a la derecha, como estaba previsto en sus catálogos teleológicos.
Si esos problemas sucedieron con la derecha e izquierda, parece que también la utilidad del concepto de populismo ha tenido sus problemas, máxime, cuando se habla de populismos de izquierda y de derecha, ¿es que acaso no sembró problemas el hablar de los populismos de Trump y de Bolsonaro y referirse paralelamente a los populismos de Maduro, Ortega o de Evo Morales? Pareciera que en ese concepto -populismo- entra de todo y justamente por eso pierde fuerza analítica. Es que los conceptos muy gelatinosos como el de populismo, no ayudan a definir con precisión muchos de los fenómenos políticos y sociales que están esparcidos en el mundo, por el contrario, conduce a tener muchas imprecisiones y eludir los problemas de fondo.
Por de pronto, aunque sea de manera descriptiva tiene mucha más utilidad referirse a autocracias que se oponen a democracias. Las primeras, tienen que ver con Maduro, Evo Morales, Ortega, Bolsonaro y otros más, en dichos casos hay severos problemas con el estado de derecho, con el imperio de la ley, con la inexistencia de check and balances entre los poderes del Estado; se remiten a casos donde el Ejecutivo absorbe al Legislativo y el Poder Judicial o llegan a extremos de subordinar al poder electoral, ese es el caso del caudillo o el autócrata, éste es LA institución, él se impone sobre todos los demás poderes, no solo eso, sino que los maneja a su arbitrio, suele llamar a referéndums para lograr un apoyo masivo a sus decisiones autoritarias, más aún, puede modificar la Constitución para prorrogarse en el poder. Quiere decir que se trata de casos donde no hay imperio de la ley sino solo de la voluntad del autócrata. Este último suele llegar al poder bañado con la legitimidad electoral del voto popular, pero, estando en el poder lo maneja de tal manera que hunde y destruya la democracia. Si bien tiene la legitimidad de origen, la electoral, no posee la legitimidad del ejercicio del poder que está marcado por las violaciones a las leyes, a los derechos humanos y por un ejercicio venal del poder. En la otra orilla, muy distante, y cada vez más golpeada por los aires de las autocracias, están las democracias, aquellas donde existe el estado de derecho, en las cuales hay apego a la ley, respeto de la Constitución, donde hay algo de check and balances entre los poderes del Estado, donde todavía el poder no se maneja de la manera escandalosamente corrupta como en las autocracias. El gran pretexto de las autocracias, ya sea la rusa, la cubana, la venezolana, es que ellas trabajan en pro de la inclusión social, pero andando el tiempo, la pobreza de Cuba, de Nicaragua, nos muestran que tampoco la inclusión fue bien lograda, ella existe para quienes están ligados al poder, para aquellos que militan en las filas de los partidos de gobierno, para los militares que dan soporte a esos autócratas. Así pues, un sueño progresista es tener democracias y vivir al lado de demócratas.
hacen todo lo que criticaban a las derechas y éstas siguen en el mismo camino de siempre