Medio: El Potosí
Fecha de la publicación: martes 31 de julio de 2018
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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La prioridad es la Constitución
Parecería que las cartas están echadas y las candidaturas listas. Una simple revisión a la coyuntura política da cuenta que, al intentar quitar de en medio al expresidente Carlos Mesa, lo que hizo el gobierno central fue crear al candidato que haría frente a Evo Morales en las próximas elecciones generales.
Y la tendencia, como siempre, la marcan los medios de comunicación social. Es más… uno de ellos, el impreso más atacado por el gobierno, ya ha publicado una encuesta en la que se puede ver que los candidatos con la mayor preferencia ciudadana son, precisamente, Morales y Mesa, en ese orden.
El gran detalle es que, a estas alturas del año, no podemos hablar de candidaturas, en el sentido estricto de la palabra, porque la convocatoria a elecciones no ha sido emitida. Por lo tanto, lo más que se puede decir es que la preferencia ciudadana se inclina a uno u otro sentido pero eso es todo.
Pero veamos cómo fue que llegamos a este punto…
Hasta antes de reactivarse el tema marítimo, a raíz de la demanda planteada por el actual gobierno ante la Corte Internacional de Justicia con sede en La Haya, Evo Morales no tenía rivales. Todas las encuestas —oficialistas u opositoras— lo ponían muy por encima de sus posibles contendores.
Las cosas cambiaron luego de la presentación de los alegatos. La impecable presentación de Carlos Mesa, en su condición de vocero oficial, le recordó al electorado que la política no es simple discurso de plazoleta, verborrea virulenta o posiciones de soberbia. Cuentan, también, la preparación, el conocimiento y la buena representación internacional.
Los puntos de Mesa subieron como la espuma y el gobierno comenzó a preocuparse. En un escenario en el que cualquier posible rival para Morales era cooptado o eliminado, el vocero representaba un peligro así que comenzó a poner distancia respecto a él.
Mesa se cuidó al principio pero, finalmente, dijo lo que muchos querían escuchar: que el presidente debe respetar la soberanía popular expresada en el referendo del 21 de febrero y eso marcó el quiebre total.
Entonces comenzó el desprestigio contra el expresidente, pese a que aún no se habían activado los tristemente célebres “guerreros digitales”, porque abundaron mensajes en las redes recordando su paso por el segundo gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada. Pero el apoyo no menguó sino que ocurrió todo lo contrario. Fue como cuando un embajador de Estados Unidos pidió a la ciudadanía boliviana que no vote por Evo Morales y solo consiguió sumarle más votos. A eso se llamó —y se llama— “efecto Rocha”.
Al no lograr descalificarlo, el MAS utilizó otra de sus armas: la judicialización de la política. Se pensó, entonces, en inhabilitarlo mediante un juicio y se escogió la causa más inaudita, el del caso
Quiborax. La ciudadanía percibió lo ocurrido y el “efecto Rocha” subió más todavía los puntos del expresidente.
Así llegamos a un punto en que, según UNA encuesta (el resaltado es nuestro), Mesa se puso prácticamente al nivel del hasta entonces inalcanzable Evo Morales.
Parecería, entonces, que las cartas están echadas y las candidaturas listas.
En esa lógica, lo que quedaría ahora es votar por uno de los candidatos pero se debe recordar que aún no salió la convocatoria a elecciones.
Pero hay un detalle todavía más importante: en lugar de hablar de candidaturas, se debe recordar que muchos pueden ser candidatos pero no todos. La Constitución Política del Estado dice que el presidente, vicepresidente, gobernadores, alcaldes y asambleístas solo pueden ser reelegidos una vez. Evo Morales y Álvaro García ya fueron reelegidos: no pueden volver a candidatear.