Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: martes 31 de julio de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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Justo ahora, cuando el rigor de las circunstancias apremia, es imperativo que todos los los candidatos que intentaron disputar la presidencia a Juan Evo Morales Ayma en elecciones previas, declaren su decidida intención de no presentarse como presidenciables a las elecciones de 2019. Esta afirmación, clara, categórica, sin condiciones es la respuesta precisa al desesperado y agresivo intento que realiza el MAS para echar humo y tratar de hacer olvidar que Bolivia dijo NO.
Que no lo hicieran ya en 2014, para concentrar en ese momento la atención de los electores en el espacio donde podía planterase la verdadera batalla, que era el del Legislativo, le permitió al MAS controlar los 2/3 de ese poder estatal, es decir, carta blanca para prolongar y amplificar los atropellos, el abuso y la impunidad. Si en la anterior elección los partidos hubieran inscrito a sus jefes en listas parlamentarias, en vez de reiterar una miope y rutinaria actitud, la Asamblea y el Senado podrían ser hoy reales espacios de fiscalización y freno del oficialismo.
No es que este sea el momento de candidaturas y aprestos electorales, ni de favorecer a un candidato con el sacrificio de otros. La anticipada declinación de las candidaturas conocidas es la manera cierta de frenar en seco la intención oficial de electoralizar una coyuntura, donde la descomposición del régimen, el galopar de la corrupción y el abuso están desmoronando la confianza que en un momento la mayoría del país depositó en él.
Los nulos resultados de investigaciones del Fondo campesino, del Banco Unión, el gran ocultamiento de la estafa Quiborax, la improvisación de ministerios que se trasladan al palacio del derroche, el derrumbe de la administración de justicia y la sanidad pública, todo eso y más intenta enmascararase tras el adelantamiento de la pugna electoral.
El MAS está desplegando su mayor esfuerzo para negar el resultado del referendo constitucional de febrero de 2016 que cerró las puertas a sus candidatos de siempre. Su creciente agresividad apenas esconde cómo crece su temor de que el fraudulento e inconstitucional fallo de sus empleados del tribunal constitucional, no alcanzan a legitimar su candidatura y, de hecho, ya lo ha condenado a perder los 2/3, sin importar quien encabece su fórmula.
El MAS se desespera por forzar una candidatura opositora que pretenden controlar y digitar por medio del uso de un juicio sobre ese candidato que, en caso de que siga creciendo, será oportunamente inhabilitado, aunque por lo pronto, la bancada oficial asegure que su enjuiciamiento queda postergado para después de las elecciones. ¿Qué prometió el presidente antes del 21F?
La patraña que el régimen está tratando de montar no se desbaratará agitando siglas partidarias, plataformas o tratativas para formar coaliciones electorales. Mucho menos, fabricando candidatos .
Mostrar, ahora, que los candidatos que enfrentarán al MAS no serán los previsibles, es la manera correcta de echar por tierra su esfuerzo por embarcar al país en una chueca dinámica electoral y de candidaturas, que le resultan completamente funcionales y manipulables.
Desnudar el juego del régimen, fortaleciendo la fuerza social movilizada que exige respeto irrestricto de la Constitución y la soberanía, contribuirá decisivamente a que empiece a quedar al descubierto que el MAS no tiene, realmente, candidato, porque la decisión democrática popular así lo ha decidido.
Si los candidatos habituales carecen del valor y la lucidez de sacudir el piso y la escena con una acción que permita a los electores percibir que nuevos aires recorren el país, de que no todo es, siempre, y al final lo mismo, la impunidad y el encubrimiento tenderán a imponerse.
Despejar el camino de mezquindades personales, partidistas y corporativas, creará el espacio para empezar a hablar de lo que importa, que no es un plan de ajuste, devaluaciones y despidos, de cuotas ministeriales o parlamentarias, sino de un proyecto para evitar que el despilfarro, la falta justicia, de devastación ambiental nos arrastren detrás del fatal destino de quienes nos están gobernando.
La representación electoral de ese esfuerzo, es hoy secundaria. Será posible construirla, con toda la fortaleza que requiere, empezando con el sencillo paso de la declinación de candidaturas y la concurrencia de esfuerzos para recuperar el proceso democrático.
El autor es investigador y director del Instituto Alternativo.