Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: lunes 10 de abril de 2023
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Ayer, 9 de abril, se recordó el ascenso al poder del histórico Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), el inicio la verdadera revolución nacional, y la apertura de una nueva etapa en la existencia jurídica de los partidos políticos. A partir de esa fecha del año 1952, la nueva generación política “antioligárquica”, y nacionalista, con fuerte influencia marxista, será estatista y buscará la centralidad del partido como representación colectiva contra el liberalismo, que era más inclinado a la acción individual.
La revolución de 1952 reconoció el sufragio universal, e incorporó a los sectores mayoritarios de la población a la política nacional. Lo más relevante fue que los grupos excluidos accedieron al voto, en una competencia abierta y bastante imparcial y se impuso libremente la voluntad individual. En la medida en que la sociedad evoluciona y ejerce sus derechos políticos, se avanza en el plano igualitario, y en el reconocimiento de los derechos de la mujer, aunque el régimen no era auténticamente pluralista o liberal.
El control absoluto del poder por parte del MNR se extendió al principio por 12 años, entre 1952 y 1964, cuando Víctor Paz fue derrocado por las FFAA, y el poderoso partido comenzaba a fraccionarse (como ha ocurrido con todos los partidos). La división interna no fue, precisamente, por cuestiones ideológicas, sino por la conformación de las candidaturas, el caudillismo reinante y la sucesión presidencial. El MNR encaja en la categoría de “partido hegemónico pragmático”, que tenía como objetivo “ganar de todas formas las elecciones” y hacerse del control total del aparato estatal que usaba y abusaba en todo sentido.
El MNR creó la estructura partidaria más grande y compleja de la historia política boliviana. Los líderes fundadores (Víctor Paz, Hernán Siles, Wálter Guevara, Juan Lechín, entre otros) influyeron medio siglo (directa o indirectamente) en el quehacer político nacional. Aunque el MNR concentraba el poder en la dirección nacional, con tendencias ideológicas dinámicas, y un vigoroso movimiento popular, ofreció oportunidades a dirigentes locales o sectoriales para crear sus propias parcelas de poder.
El MNR ganó tres elecciones presidenciales (1956, 1960, 1964), con la mayoría absoluta de los sufragios. Llegó a obtener al menos 75% y una diferencia de 60 puntos respecto del segundo competidor de entonces. En la elección de 1956, Hernán Siles Zuazo recibió el 84,2% de los sufragios, y dejó en un segundo lugar a la Falange Socialista Boliviana (FSB). Este partido llevó las banderas de la oposición y se convirtió en el acérrimo adversario en un sistema que funcionó como un bipartidismo desequilibrado, y competía en todos los escenarios políticos.
En la medida en que el MNR y “el maravilloso instrumento del poder” copaba el Estado, imponía el clientelismo, el prebendalismo, la corrupción, y echaba mano de los recursos del Estado para favorecer a sus candidatos, manipulaba el voto, y limitaba las tareas de los opositores en las zonas rurales (al estilo de Evo Morales en el Chapare cochabambino). Y aunque tenía mayoría absoluta, el MNR manipulaba los comicios electorales y en las ánforas aparecían más papeletas que votantes registrados. El abuso de poder y el fantasma del fraude, ha sido una constante a lo largo de la historia boliviana.
Entre 1985 y 2003, tres partidos políticos dominarían claramente el escenario político: el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), Acción Democrática Nacionalista (ADN) y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). En el MNR Hernán Siles Zuazo acababa de dejar el escenario y Víctor Paz Estenssoro se aprestaba a iniciar su última presidencia, a la vez que construía, desde el Gobierno, la imagen de su sucesor: Gonzalo Sánchez de Lozada.
Sin embargo, el poder de convocatoria basado en la estructura clásica de un solo partido fue progresivamente sustituido por una maquinaria electoral, donde la elección presidencial terminaría dependiendo de millonarias campañas mediáticas y cada vez más alejada de la calle y de las bases partidarias. Y como el poderoso MNR comenzaba a erosionarse, buscó alargar su agonía y tuvo que conformar alianzas para conservar ciertos espacios de poder y entonces comenzará la era de la democracia pactada, llega el siglo XXI, se extingue el MNR y los partidos tradicionales.