Medio: Opinión
Fecha de la publicación: viernes 07 de abril de 2023
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Las pugnas internas en el Movimiento Al Socialismo (MAS), que en los últimos días se centró en la “yunta” que gobernó el país durante 14 años (Evo Morales-Álvaro García Linera), empieza a cobrar factura no solo en este partido político, sino también en el Gobierno de Luis Arce.
Es normal que al interior de una organización se presenten puntos de vista discordantes, pero estas desavenencias no deberían hacer mella en el Gobierno de turno porque eso afecta no solo a los militantes de un determinado partido, sino a la sociedad en general.
El pasado lunes, por ejemplo, los dirigentes de los denominados interculturales de Chimoré y el Trópico de Cochabamba prohibieron el ingreso a esa zona al vicepresidente David Choquehuanca, como si se tratara de una hacienda particular en el que ellos, como dueños, deciden quién entra y quién no.
Los dirigentes de estas organizaciones bloquearon para que el Vicepresidente no salga del aeropuerto de Chimoré y deslindaron responsabilidad por la reacción de las bases contra esta autoridad que, finalmente, llegó al bastión de Evo Morales.
Es inaudito que un grupo de personas decida quién puede ingresar a determinado territorio, como si se tratara de un Estado independiente o una propiedad privada. Las leyes bolivianas garantizan a cualquier persona, sin excepción, el libre tránsito por todo el territorio nacional.
Hace un par de meses, los cocaleros de los Yungas bloquearon caminos en rechazo a que el jefe nacional del MAS ingrese a esa zona, por considerarlo persona no grata.
Una situación similar ocurría, con bastante frecuencia, en el Trópico de Cochabamba, donde dirigentes del MAS prohibían a los partidos de oposición ingresar a este territorio para hacer campaña, pese a que el partido azul lograba votaciones elevadas, en algunos casos del 100% en elecciones nacionales o municipales.
El cruce de acusaciones entre Evo Morales y Álvaro García Linera atizó aún más la división en el MAS y, como ocurre casi siempre, con daños colaterales que se ven reflejados en ataques hacia el Gobierno de Luis Arce, contra algunos de sus ministros y con la amenaza abierta de vetar algunos proyectos que busca encarar la actual administración.
Después de que Morales afirmara que “tiene un enemigo más”, haciendo referencia a García Linera, el sector de los campesinos, por ejemplo, afirmó que el exvicepresidente se encuentra coludido con el Gobierno de Luis Arce, por lo que solo critica a Evo Morales y no al actual Mandatario.
Las fricciones que hay entre militantes del MAS está desgastando a esta organización y, por ende, al Gobierno, lo que distrae a los actuales administradores del Estado, porque estos se ocupan más en tratar de resolver las peleas de este partido, que se encuentra en el poder desde el año 2006, que en resolver las crisis que afectan al país.