Medio: Ahora el Pueblo
Fecha de la publicación: lunes 30 de julio de 2018
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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Pese a que el vicepresidente de Goni tiene todo el derecho a elegir y ser electo, para alcanzar sus objetivos políticos jura que “no será candidato”, insiste en que “éste no es un tiempo de discutir candidaturas” y reclama ser el abanderado del bloqueo reaccionario a la candidatura de Evo Morales.
Y para ello, la oposición, y Mesa por supuesto, cumple a pie juntillas las instrucciones del genocida y prófugo de la justicia Carlos Sánchez Berzaín, de la congresista ultraderechista de Estados Unidos Ileana Ros-Lehtinen y de expresidentes reaccionarios aglutinados en la Iniciativa Democrática de España y de las Américas (IDEA), a la que responde Tuto Quiroga.
Se trata de una estrategia desestabilizadora diseñada por el imperialismo para apoderarse de los recursos naturales de Bolivia, a través de un gobierno servil a sus intereses, el que —según la Casa Blanca— debería estar encabezado por Mesa.
Su renuncia del 6 de junio de 2005 desveló que el político de marras nunca estuvo a la altura de los desafíos históricos de un pueblo que creyó y confió en él, en sus palabras. Craso error, el pueblo fue traicionado.
Hace 13 años, Mesa admitió que no fue “capaz” de conducir el país y atribuyó su fracaso a las protestas populares que exigían la nacionalización de los hidrocarburos, Asamblea Constituyente y justicia para las víctimas de la masacre que cometió el Gobierno del que formó parte.
Mesa disputa hoy el liderazgo de una oposición servil al imperialismo, que cumple el libreto del ‘Zorro’ Berzaín, que comulga con la derecha reaccionaria internacional y espera anunciar su candidatura una vez que –si es que finalmente logra su objetivo– haya embaucado al pueblo para hacerle creer que es ‘víctima’ de ‘persecución política’ porque ‘defiende la democracia’.
Sin embargo, es el vicepresidente de Goni, es el mismo político que pedía limosna para pagar sueldos al magisterio; es Carlos Mesa, quien rechazó el IDH y prefirió renunciar a nacionalizar los hidrocarburos.