Medio: El Deber
Fecha de la publicación: viernes 24 de marzo de 2023
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Como si les faltaran problemas con diferentes actores de la sociedad, las autoridades se esfuerzan por identificar nuevos enemigos para atribuirles la causa de sus males. La derecha, el imperialismo, los empresarios insensibles, la cooptación de muchos movimientos sociales por parte de la oposición, y un largo etcétera ya no les basta porque ya nadie les cree.
De ahí que no provoca mayor asombro que hayan puesto la vista en la Iglesia católica y su jerarquía por dos motivos. El primero, una desatinada (cuándo no) actuación del procurador general del Estado, interesado en que la Fiscalía convoque a varios obispos para que declaren sobre su papel en octubre de 2019, cuando el entonces mandatario tomó las de Villadiego e intentó generar vacío de poder.
Entonces, los obispos de la Iglesia fueron claves para impedir que la violencia se desate en el país y colaboraron para organizar un pacífico y constitucionalmente viable traspaso del poder. Además, al poco tiempo de esos sucesos, la Conferencia Episcopal de Bolivia (CEB) publicó un informe muy detallado al respecto que muestra, fehacientemente, que entonces no hubo golpe de Estado, sino que a partir de un monumental fraude electoral armado por el MAS la ciudadanía se movilizó con la fuerza suficiente para que Evo Morales renuncie y fugue.
Ya sabemos cómo el MAS, desde que retornó al poder en 2020, intenta cambiar la historia para tratar de maquillar la cobardía de sus principales líderes a través de la elaboración de un relato que trata de convertir en verdad la existencia de un presunto golpe de Estado…
Uno de los espacios para tratar de reavivar ese relato es la mencionada Procuraduría (que, por lo demás, no ha dejado de perder todo proceso en contra del Estado), cuyo titular ha pedido a la Fiscalía que se convoque a los obispos a declarar sobre el tema en el caso Golpe I, objetivo que mantiene pese a que desde el Ministerio Público se ha dicho que no corresponde y el propio ministro ¿de Justicia? así se ha pronunciado.
Sin embargo, junto a la insistencia del procurador aparecieron tuiteros, hombres y mujeres, vinculados al MAS que han comenzado a atacar a la Iglesia en forma sistemática presentándola como un instrumento de los poderosos en contra del pueblo boliviano.
Sin embargo, una campaña de ese tipo sólo puede ser impulsada por quienes no conocen la historia, pues se sabe que la Iglesia ha sido y es una entidad que tiene presencia en todo el país prestando servicios religiosos e impulsando proyectos de educación, salud y desarrollo. Y, desde otra esfera, ayudando permanentemente a los perseguidos políticos del país, incluido Evo Morales.
Algo se ha debido decir a los escribidores de los manuales del MAS para que paren esa campaña y “casualmente” comiencen a aparecer algunas encuestas cuanti y cualitativas respaldando la hipótesis de que la Iglesia ya no goza de la confianza de la mayoría de la población. Es decir, para gloria del MAS, otra institución de la sociedad comenzaría a entrar en crisis.
Desde que comenzaron a usarse las encuestas de opinión, la Iglesia y los medios de comunicación eran las instituciones en las que más creía la gente. Ahora, pareciera que también la Iglesia perdió la confianza ciudadana para algarabía de los ideólogos del MAS, que ante la falta de norte y carencia de ideas, encuentran material para hacer elucubraciones.
Soy de los que piensa que esos guarismos no son la verdadera fotografía de lo que sucede, no porque suponga que la Iglesia sea inexpugnable, sino porque su presencia en el país es mucho más fuerte de lo que los ideólogos perciben y tiene una capacidad extraordinaria para adecuarse a los nuevos tiempos, lo que hace que la gente sepa que mientras aparecen y desaparecen líderes, partidos y proyectos, la Iglesia siempre está a la mano.
Y a pesar de lo que difunden los inventores de historias, lo cierto es que, como constata la Iglesia, en 2019 hubo fraude y no golpe…