Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: lunes 30 de julio de 2018
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
Dirección Web: Visitar Sitio Web
Lead
Contenido
En menos de dos días, tres personas “emblemáticas” del Movimiento Al Socialismo (MAS) hicieron distintas declaraciones respecto a un mismo tema refiriéndose además a una misma persona. ¿Algo sintomático, casual, fortuito, a propósito? Veamos.
Por una parte, el presidente del Senado, Alberto Gringo Gonzales, mencionó en dos oportunidades que los amigos de Carlos Mesa debían estar tranquilos, argumentando que si el juicio de responsabilidades por el caso Quiborax en contra del expresidente prosperara, los tiempos procesales en la Asamblea Legislativa no serían suficientes como para meterlo a la cárcel antes de que sea candidato. Esto implica, según Gonzales, que “puede nomás” presentarse a las elecciones nacionales en octubre 2019.
Horas después, la exministra de Comunicación Amanda Dávila tuiteó: “El expresidente Carlos Mesa no debería ir a la cárcel ni hoy ni mañana pues actuó, durante su gestión, contra la mafiosa chilena #Quiborax en defensa del país; eso no tiene precio, pienso yo”. Cuando la prensa le preguntó por qué razón defendía al expresidente, ella aseveró que en realidad defiende la decisión de recuperar el Salar de Uyuni de manos de la empresa Quiborax y que, en esa medida, se actuó en virtud a los intereses del país al recuperar las concesiones en nuestro salar.
Y, finalmente, salió a la palestra el actual ministro de Minería, César Navarro, mencionando en resumen que Carlos Mesa se jubilará en octubre 2019, ya que en esa fecha Bolivia ya conocerá el fallo de La Haya y, por lo tanto, Mesa dejará de ser el vocero de la demanda marítima y además, en esa misma fecha, se realizarán las elecciones nacionales y que ninguna opción política de la oposición deseará llevar como candidato a un comunicador político, por lo que se confirmaría su jubilación.
Tres declaraciones en torno a una misma persona y a un mismo tema que muestran que dentro del MAS podrían estar sucediendo tres cosas.
Por una parte, una falta de línea de comunicación en términos de política institucional partidaria. Cada quien dice lo que le parece y lo que le da la gana respecto a cualquier tema. No existe una figura clara y precisa de argumentación política. Señales claras de desorden político, falta de liderazgo y vos de mando al interior.
Segundo, existen distintos grupos y contraposiciones dentro del partido de gobierno que seguramente responden a distintas visiones de liderazgos. Esos liderazgos probablemente emergen de quienes quieren ser candidatos a vicepresidentes.
Y tres, seguramente al interior del MAS han visto encuestas y se han dado cuenta que Mesa es un peligro inminente e inmediato y, por lo tanto, algo habrá que hacer para no perder el poder. El gran problema es que no se ponen de acuerdo en una sola estrategia y muchos tratan de hacer de todo en pos de conservarlo o simplemente congraciarse con el jefazo.
Cuesta pensar que estas declaraciones contradictorias y desordenadas respondan a una estrategia política única, aunque también podría significar, si somos rebuscados, que los tres voceros del MAS quieren seguir polarizando el escenario político, y conseguir, finalmente, que la gente se olvide de la defensa del voto del 21 de febrero, posicionando de una vez por todas sólo dos candidaturas: la de Mesa, que va con toda la oposición, y la de Morales, como caudillo eterno del oficialismo.