Medio: Opinión
Fecha de la publicación: domingo 26 de febrero de 2023
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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A los dirigentes, autoridades y militantes del Movimiento Al Socialismo (MAS) les está costando ordenar su casa. Al interior de este partido político continúan las diferencias que se traducen en ataques verbales y físicos entre quienes apoyan a Evo Morales y los que son leales a Luis Arce.
El pasado jueves 23 de febrero, el director de Cultura del municipio de Uncía (Potosí), Martín Choque, exmilitante del MAS, botó la silla en la que debía sentarse el expresidente Evo Morales, en un acto organizado en Uncía, por lo cual recibió como represalia, según su testimonio, una golpiza y amenazas de muerte.
El funcionario de la Alcaldía de Uncía argumentó que asumió esta acción en contra de Morales para evitar que el acto, eminentemente cultural, se politice, toda vez que los seguidores del expresidente llegaron al lugar con banderas y pancartas que tenían consignas políticas.
Un día antes, el diputado del MAS Rolando Cuéllar advirtió que Evo Morales puede terminar en el penal de Chonchocoro por sus reuniones con policías y militares, porque se trataría de una conspiración contra el Gobierno.
Estas últimas diferencias entre los militantes y autoridades del partido azul se suman a otras más que se repiten desde el año pasado entre dos facciones claramente definidas, quienes apoyan a Evo Morales y los que son leales al presidente Luis Arce.
Las peleas intestinas entre estas dos facciones llegaron a la Asamblea Legislativa Plurinacional, donde los considerados “evistas” se opusieron a la aprobación de algunas normas, argumentando que no tenían el suficiente debate o que solo servirían a los intereses de la derecha.
Es normal que existan diferencias entre militantes de un mismo partido, porque el sano debate permite avanzar, pero cuando las desavenencias dan paso a los insultos y agresiones físicas es menester evaluar qué es lo que está pasando y buscar soluciones mediante la conciliación.
Algunos analistas recordaron que estas fricciones, que escalan hasta convertirse en pugnas sin cuartel, condujeron, por ejemplo, a la extinción del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), otrora uno de los partidos más importante en el país y que estuvo en el Gobierno en varias gestiones, en las últimas décadas a la cabeza de su líder histórico Víctor Paz Estenssoro (+).
Si el MAS no quiere correr la misma suerte del MNR, tendrá que hacer un análisis concienzudo en sus filas, lograr acuerdos entre los militantes que muestran diferencias y trabajar en proyectos comunes, dejando de lado los intereses personales.
Caso contrario, este partido, que hace agua en diferentes sectores, dejará de ser uno de los partidos más influyentes en el país.