Medio: La Razón
Fecha de la publicación: viernes 27 de julio de 2018
Categoría: Representación Política
Subcategoría: Acoso y violencia política
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— ¿Qué opina de la agenda de género en Bolivia?
— Bolivia logró, a diferencia de casi toda la región, crear un sistema de género, porque no solo se trata de un artículo en la Constitución y otro en la Ley Electoral, sino que aborda distintas áreas, como la Ley de Participación Ciudadana. Es todo un panorama, mucho más complejo e interesante, porque tuvieron cuidado de insertar en todas partes. Un sistema de paridad, eso logró Bolivia.
— Pero, con la presencia de más mujeres en espacios de poder incrementaron las denuncias por acoso y violencia política, ¿con qué mecanismos se puede frenar esto?
— Bolivia es el primer país del mundo que saca una ley contra el acoso y violencia política. Pero, si bien Bolivia dio la pauta, esto es una discusión internacional; porque el ámbito político sigue siendo hostil hacia las mujeres. Hay que trabajar todavía más en un ámbito que es violento y extremadamente competitivo.
Mejoró la representación, aunque todavía falta más agenda y se tiene que trabajar en ello. El tema de violencia y acoso político, como términos, nace en Bolivia, fue un estudio que hizo Jimena Machicado para la Asociación de Concejalas de Bolivia, ahora este término se propaga en todos lados.
Fui integrante del Comité para la Eliminación de la Discriminación Contra la Mujer (CEDAW), ahí alguien dijo que ese término era de Naciones Unidas; yo dije: “No, no”, que eso nació en Bolivia (risa).
— En Bolivia tenemos la Ley 243 contra el acoso y violencia política, ¿otros países cuentan con una norma similar?
— Bolivia es pionero en este tema, pero se está discutiendo en otros países. En México no tienen ley, pero hicieron un protocolo que maneja la autoridad electoral, es una guía que se basa en la norma boliviana, pero abarca demasiadas cosas. La definición de violencia se basa en el artículo 1 del CEDAW, que hace referencia a la discriminación, pero no toda discriminación es violencia.
— ¿Recuerda alguna experiencia de acoso y violencia política que le haya marcado durante sus visitas a otros países?
— En Perú hablaban mucho de que no les avisaban para participar de reuniones, les ponían ausente o que no vino; y a la tercera ausencia les declaraban ‘vacante’ y perdían la investidura.
Eso me impresionó mucho, porque eso sí es propio de un manejo retorcido, ellas vivían un acto violento porque terminaban sacándolas del cargo que habían conquistado en las urnas.
Otra forma es el caso sexual y después, que existe un cierto trato de minimización a las mujeres en política, de tratarles como niñas, como quienes no puede con el cargo. Hay una serie de cosas, pero yo tengo mucho cuidado, donde no hay duda es cuando hay violencia física o amenazas de lastimar a familiares.
— En Bolivia, algunas legisladoras y concejalas critican que es muy complicado que presidan comisiones de las Fuerzas Armadas o Economía, ¿esa inquietud se ve en otros países?
— Es probable que haya esa división sexual del trabajo; sin embargo, hay que diferenciar del trabajo político; francamente he visto resistencia, no es fácil. Pero también he visto mujeres en esos cargos y para fortalecer ello tenemos que trabajar diferentes niveles.
Un nivel es garantizando la paridad; segundo, son importantes los liderazgos; jamás hubiéramos tenido las leyes integrales contra la violencia, los avances en derechos sexuales y reproductivos, el régimen patrimonial en matrimonio, el haber eliminado las diferencias que se hacían en toda la región sobre el adulterio masculino y femenino sin liderazgo de las mujeres. Hay un avance gigantesco en América Latina gracias a ellas.
La mujer no solo está para ocupar una silla, pero sí tienen que aprender a no firmar cualquier cosa, tienen que aprender qué es lo que pueden promover, aprender que el estar en ese lugar y con esa investidura significa poder y que depende mucho de juntarse con otras mujeres para llevar adelante las cosas. Mujeres que antes hicieron ese proceso, pueden transmitir sus experiencias y conocimientos.
— En la actualidad se ve a muchas mujeres jóvenes incursionar en la política, ¿por qué?
— Es un deseo de participar y capacidad de poder insertarse. Por ejemplo, en las elecciones colombianas, ningún candidato se presentó propiamente por su partido político, se presentaban por coaliciones más grandes e independientes que unían a diversos sectores, y había una representación femenina muy alta.
Es muy bueno que la gente joven se interese en la política y tenga posibilidades de acceder, puede dar mucho, hay una necesidad de renovación política. Lo malo sería que simplemente sea cuerpo joven sin que pueda hacer transformación, eso no se quiere.
— La Coordinadora de la Mujer en Bolivia junto a 10 organizaciones de féminas plantean un proyecto de paridad en el Ejecutivo, ¿es viable?
— Esto viene de hace tiempo, hay dos fórmulas, una es depender exclusivamente del Presidente, que es quien forma su gabinete; otra, apuntar a lo que hizo Colombia, es el primer país de la región que fijó para el Ejecutivo y municipalidades una cuota de 30% de presencia de mujeres, porque constitucionalmente no podían tener una ley de cuotas para el Legislativo, aunque luego hicieron un cambio constitucional y ahora tienen. Tuve el gusto de escuchar a compañeras en un centro de investigación colombiano, que hicieron un monitoreo en todos los niveles de gobierno para ver si se cumplía eso.
— Al año habrá comicios nacionales en el país, ¿cuál es la importancia de que exista candidatas mujeres a la presidencia y vicepresidencia?
— En muchos países hay una diferencia enorme con esto; en Bolivia, el liderazgo de Lydia Gueiler, como primera presidenta, fue importante para la región.
Es importante la presencia de mujeres, como el caso de la vicepresidenta y canciller de Costa Rica, Epsy Campbell; no solo es vicepresidenta, sino la primera canciller de su país, qué importante; hay ministerios a los que no se accede y ella es una mujer capaz y formada que puede hacer ambos roles muy bien.
Será importante ver lo que pasa con el proceso boliviano, porque fue una reformación tan grande que hubo que espero que puedan seguir avanzando en una profundización democrática.
— En términos generales, ¿cómo ve ONU Mujeres la participación política de las mujeres?
— La participación y representación igualitaria en la toma de decisiones, y no solo en política, sino en distintas instituciones públicas, para ONU Mujeres es un tema prioritario. Para el cumplimiento del objetivo 5 del cumplimento de desarrollo sostenible, es imprescindible eliminar las leyes discriminatorias y arribar a una participación efectiva en la toma de decisiones; esos dos puntos son básicos, a partir de ellas se pueden conseguir otras medidas. Pero tenemos otra preocupación.
— ¿Qué preocupación?
— Tenemos datos en general de los parlamentos, de los gobiernos, pero no se tienen datos actuales de la representación en las municipalidades; la democracia no solo se tiene que fortalecer arriba, sino abajo, eso afecta. En instancias de gobierno subnacional no tenemos datos de cuántas mujeres indígenas existen, o qué representación de mujeres afro hay. Necesitamos esos datos para las políticas públicas.
— La presencia de mujeres indígenas en el Parlamento es una característica de Bolivia, ¿también se repite en otras regiones?
— Se lo ve en Ecuador; en México también hubo presencia indígena, como la candidata a las elecciones presidenciales de este año, María de Jesús Patricio, conocida como ‘Marichuy’, aunque no logró gran cantidad de votos.
Bolivia y Ecuador son los más avanzados en ese campo, hay una tarea enorme por hacer, pero por los años que conozco Bolivia, puedo decir que hubo un gran avance, sobre todo en la incursión de las mujeres y esa cierta disconformidad que tienen, ‘estoy acá, pero no estoy haciendo todo lo que debería dar’.
— ¿Bolivia es un referente en cuanto a participación política de la región?
— Absolutamente, no tengo ninguna duda. Cuando entras a la página de la Unión Interparlamentaria, ves a Bolivia que estuvo en segundo lugar en el mundo, y ahora ocupa el tercer puesto. Además, si una ve la lista de los 10 primeros países, hay al menos seis países latinoamericanos, somos la región del mundo con la más alta representación política de mujeres.