Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 15 de febrero de 2023
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Ejecutivo
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La crisis interna del Movimiento Al Socialismo (MAS) ha derivado en una purga al interior del Gobierno, de donde poco a poco están saliendo los evistas y están entrando los arcistas o, lo que resulta ser casi lo mismo, los evistas se están transformando en renovadores y, para que su proceso sea creíble, son los nuevos críticos del expresidente.
Este cambio, sin embargo, no es una buena noticia para el país ni para la institucionalidad del Estado, al contrario, es la constatación de que el aparato público se ha convertido en la agencia de empleos del MAS y que su goce y disfrute le corresponde a la corriente que esté en el poder.
Para ingresar a trabajar al Gobierno no se necesita ser un funcionario meritocrático, ético, eficiente y transparente. Lo más importante es el aval político, en desmedro de la ciudadanía que, en vez de recibir un buen servicio, tiene que conformarse con el burócrata de turno.
Según datos oficiales, al menos cuatro gerentes de Entel fueron cambiados, entre ellos, quien fuera el vocero, biógrafo y hombre de confianza de Evo Morales, Iván Canelas Alurralde. De hecho, el propio Morales comunicó el despido en tono de denuncia y dijo que los retiros se habían producido luego de que los funcionarios asistieron al acto que organizó en Cochabamba para recordar su triunfo electoral de 2005.
Luego, otras fuentes del MAS dijeron que los funcionarios son sometidos a espionaje y encuestas en las que deben expresar su preferencia entre Evo Morales y Luis Arce, lo que finalmente determina su futuro laboral.
De esa manera, los evistas están probando de su propia medicina, pues si hay un partido que ha desinstitucionalizado al Estado, ha sido el MAS de Evo Morales, que ha barrido con todos los funcionarios de carrera de la administración pública, incluso del servicio diplomático y, en contrapartida, ha instituido un perverso sistema de avales, dejando que los movimientos sociales decidan sobre nombramientos técnicos.
De hecho, el estatuto del MAS establece que todos los funcionarios públicos de instituciones manejadas por ese partido deben ser militantes, lo que vulnera el más elemental principio de que todos somos iguales ante la ley.
Se dice que la primera forma de corrupción es aceptar un cargo para el que una persona no está capacitada, pero en la era del MAS ya nada importa. Lo que se quiere es funcionarios fieles al líder político de turno, para que éste pueda contar no sólo con su lealtad, sino con su presencia en marchas políticas, grupos de choque y, sobre todo, con su aporte económico mensual al partido o a la estructura de poder de turno. Entre tanto, el ciudadano debe seguir pagando esa gigante e ineficiente burocracia con sus impuestos.