Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: domingo 29 de enero de 2023
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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El Estado Plurinacional de Bolivia es el modelo de Estado del socialismo del siglo XXI en nuestro país. Este modelo, al igual que el estado bolivariano de Venezuela o el régimen de Cuba y Nicaragua, se caracteriza por tres rasgos inconfundibles: a) Son regímenes de partido único, con partidos de oposición inofensivos; b) Son regímenes con el poder concentrado totalitariamente en el caudillo, y c) son regímenes con caudillo vitalicio, así fue Fidel Castro, Chávez, Ortega, Maduro, y también pretendió ser Evo Morales.
Este modelo de Estado funcionó exitosamente en Bolivia gracias al auge económico del gas, minerales, coca y sus derivados, y por el descabezamiento de la oposición democrática encarcelada, exiliada y reprimida judicialmente. Además, el modelo plurinacional pudo re-elegir a su caudillo, gracias al control del órgano electoral, que armó una maquinaria fraudulenta que le aseguró sendas victorias electorales.
En ese contexto, el 2014 Evo logró una victoria contundente con el 61,36 % lo cual le llevó a pensar que podría cambiar la Constitución para re-elegirse indefinidamente. Sin embargo, sucedió que en el referéndum del 21F de 2016, superando la maquinaria electoral fraudulenta, Bolivia dijo No, propinando una derrota estratégica al masismo, derrota que marcó el punto de inflexión y el inicio de la crisis del Estado plurinacional.
A ello se sumó una segunda derrota estratégica, el levantamiento popular que el 2019 frustró el intento de Evo de re-re-re-elegirse fraudulentamente, cuya renuncia, fuga y posterior acuerdo entre el MAS y el movimiento insurgente dieron paso al gobierno constitucional de Jeanine Añez que, en realidad, fue un co-gobierno entre Añez y la mayoría parlamentaria masista de Eva Copa.
Tras el desperdicio de la apertura democrática de 2019, el masismo recuperó el poder con la victoria electoral de Luis Arce, sin embargo, eso no significa que haya superado la crisis del Estado plurinacional, al contrario, ésta se ha agudizado, tanto porque su proyecto político está agotado, como por la división que enfrenta a Evo atrincherado en la jefatura del MAS, frente al recientemente empoderado Arce que, de títere pasó a ser su competidor más serio. Esta división, lejos de ser una teatralización como opinan algunos analistas, es real porque ambos contendientes están conscientes que el modelo admite solo un caudillo.
Hasta hoy, Arce ha ganado las primeras batallas ya que logró en el conflicto del censo una bancada parlamentaria propia, y con la acción del secuestro del gobernador cruceño Luis Fernando Camacho ha arrebatado a su rival su discurso radical. Esta división del MAS es producto de sus derrotas cuya responsabilidad ninguno de sus líderes quiso asumir. ¿Quién fue responsable de la derrota del MAS en el 21F? ¿Quién fue responsable de la derrota del fraude electoral de 2019? La autocrítica correspondía especialmente a su caudillo que, hasta antes de las derrotas, gozaba del mito de ser invencible, infalible, intocable.
Pero, asumir responsabilidades no es característica de Evo y nadie en el MAS se atrevió a responsabilizarle de las derrotas, por lo cual, prefirieron inventar la narrativa del golpe de Estado, una mentira para tapar el fraude, la renuncia y fuga del “jefazo”.
Así, la división se dio entre los que se fugaron y los que se quedaron a co-gobernar con Añez y para las elecciones de 2020 este MAS renovador perfiló la candidatura de David Choquehuanca, la misma que, desde la jefatura del MAS, fue frustrada, imponiendo Evo la candidatura de su “leal ministro de economía”.
Sin embargo, dicha postulación estuvo amarrada a tres tareas que Evo encomendó Arce: 1) imponer la versión del golpe; 2) aniquilar a la aposición, y 3) preparar el retorno al poder de Evo. Por ello, Arce emprendió furibundamente la campaña para imponer la falsa narrativa del “golpe” y reprimió sañudamente a los líderes democráticos, cumpliendo las dos primeras tareas, pero negándose a cumplir la tercera porque el ejercicio del poder lo llevó al convencimiento que él puede re-elegirse para una nueva gestión, ya que además sus dolencias (que se rumoreaba graves) se aliviaron.
Por su parte, el campo opositor al masismo, obsequió a Luis Arce una victoria notable en el conflicto del censo 2023 donde el heroico pueblo cruceño fue llevado a una derrota con la estrategia del “todo o nada” que terminó con todo a favor del gobierno y nada a favor del censo 2023. Acá, tampoco los líderes del movimiento cruceño asumieron su responsabilidad del fracaso y prefirieron culpar a la falta de solidaridad de los ocho departamentos que no se sacrificaron para salvar a Santa Cruz.
Ni Camacho, Calvo ni Cuéllar hicieron una autocrítica. Afortunadamente para ellos, el secuestro de Camacho lo salva de la crítica y lo convierte en víctima, la gestión de Calvo termina pronto y será sustituido, y Vicente Cuellar al parecer está en los planes de reacomodo del arcismo para recomponer su relación con Santa Cruz.
El otro derrotado en este conflicto fue Evo, cuyo plan era la desestabilización del gobierno, la renuncia de Arce y Choquehuanca, la asunción de Andrónico Rodríguez y el adelanto de elecciones donde él podría imponer su candidatura. Todo ese plan se vino abajo y Evo Morales terminó con una bancada parlamentaria minoritaria y una base social que se reduce al Chapare y viejos enclaves de dirigentes prebendales del evismo.
En resumen, puesto que el Estado plurinacional es un régimen de partido único, (en este caso el MAS), toda estrategia tanto al interior como al exterior del MAS debe ser elaborada de cara a su división, sin caer en la ilusión de que Arce o Evo sea más o menos democrático que su contendor. Estamos ante dos caudillos igual de autoritarios, totalitarios y con aspiraciones de convertirse en vitalicios. Por ello, cada organización política, cada líder, debe diseñar, su política de alianzas y definir a quienes se enfrentará, en qué escenario y en qué momento. Un balance objetivo de las fuerzas del campo democrático, nos permitirá calibrar la verdadera correlación de fuerzas y elegir las mejores estrategias en cada uno de los escenarios que se vienen como desafíos y que podrían llevarnos de la crisis del estado plurinacional a la restitución de la democracia multipartidaria, con separación de poderes y con alternancia en el ejercicio del poder público.