Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: sábado 28 de enero de 2023
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Desde el año 2005 cuando el MAS irrumpió en el escenario político para tomar las riendas del gobierno a través de las urnas, ha hegemonizado el poder copando la Asamblea Legislativa con más de dos tercios de la representación (solo en esta última gestión no logró esa representatividad) lo que le permitió gobernar sin apuros implementando todas las políticas planificadas e incluso asegurándose las elecciones judiciales o del Defensor del Pueblo, a través de la selección previa en la asamblea.
Recordar que en 2017 se eligieron por voto a las autoridades del Tribunal Supremo de Justicia, Tribunal Agroambiental, Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) y Consejo de la Magistratura, previamente seleccionadas por la ALP con amplia mayoría masista, reflejándose el descontento general con el 14,93% de votos en blanco y el 50,9% de votos nulos. Sin embargo, pese a estos resultados que restan legitimidad, pero no legalidad, las autoridades fueron posesionadas y para las elecciones programadas esta gestión el panorama puede ser similar.
En el caso del Defensor del Pueblo, luego de cinco intentos fallidos, la Asamblea eligió a la autoridad, previamente seleccionada en la comisión correspondiente presidida por el MAS, modificando el orden del día y aprovechando la ausencia de 34 parlamentarios, la mayoría con licencia para asistir a la efeméride del departamento de Santa Cruz, permiso por enfermedad u otro motivo.
Estos ejemplos, no solo reflejan a un partido político consolidado a nivel nacional, con el liderazgo indiscutible de Evo Morales, por lo menos hasta la elección de Luis Arce, sino que también muestran a una oposición, si es que existe, incapaz de generar liderazgos y menos una estructura política seria que represente los intereses de quienes no se sienten identificados con el masismo o su postura ideológica.
Desde el 2005, a lo largo de varios periodos de gobierno, la oposición personificada en Podemos, Plan Progreso para Bolivia Convergencia Nacional, Unidad Democrática, Creemos o Comunidad Ciudadana, entre otros, nunca pudo cumplir el rol para la que fue elegida debido a una incipiente presencia en la asamblea legislativa incapaz de frenar cualquier proyecto de ley y menos de fiscalizar al Ejecutivo o a otra instancia estatal.
Las contradicciones propias de alianzas que se hicieron al calor del momento y ambiciones particulares que jamás llegaron a consolidar un verdadero proyecto político, contribuyeron a la debacle.
Los “líderes” o gestores de esta oposición jamás tuvieron la capacidad de formar nuevos liderazgos con visión de país y los diputados y senadores de turno fueron elegidos por descarte y no por sus atributos políticos, discursivos o capacidad de movilizar gente.
Esto se refleja en el último tiempo cuando las diferencias al interior del MAS copan los titulares de los medios con entrevistas a representantes de ambos grupos y las opiniones de la oposición son casi inexistentes cuando no desubicadas al predecir la desaparición del MAS, idea irreal por no mencionar descabellada y que se acerca más a la realidad de la oposición.
Un gobierno desastroso como el que encabezó la ex Presidenta Añez, seguido de una postulación fallida, las ambiciones personales de los eternos candidatos y los líderes regionales de oriente, los procesos judiciales a autoridades y ex autoridades como es el caso de Revilla en La Paz, Reyes Villa en Cochabamba, Paz en Tarija o la detención de Camacho, entre otros, contribuyen a reducir las escasas intenciones de formar algún tipo de oposición, más aún cuando estos personajes tampoco tienen consolidado algún tipo de liderazgo nacional.
Ante la ausencia de una verdadera oposición, el Movimiento Al Socialismo, no dejará pasar la oportunidad de hegemonizar el poder y para eso construye silenciosamente, ante la mirada inocente de todos, su propia oposición desde el mismo MAS. Una prueba de esto es la aprobación del PGE, después de algunas escaramuzas, que mostró diferencias, pero al final, más allá de la retórica, unió a ambos bandos y otra vez la oposición tuvo que mirar de palco.
La “pelea” entre evistas y renovadores, si es que fuera real, tiene un trasfondo político que es el de monopolizar el poder desde dos alas, pero con un mismo génesis y una misma línea ideológica. Por eso, no sería nada raro que en las próximas elecciones el actual mandatario sea reelegido o Evo Morales vuelva a gobernar, en cualquiera de los casos, el MAS será oficialismo y oposición, con matices, quizás otro nombre, pero con un mismo norte.
Es inobjetable y evidente la abstinencia de poder de Evo Morales, graficada en un artículo de un periódico paceño el pasado 22 de diciembre, sin embargo, el declive que se menciona es erróneo, el líder del MAS sigue vigente y sigue acaparando titulares, y con su “enfrentamiento con el poder de turno” lo que sí se ha hecho evidente es el declive de la actual oposición, casi borrada de los medios.
En este escenario, la conformación de una propuesta de oposición real se ve lejana y no existe, o por lo menos no se percibe el trabajo de construcción de un proyecto opositor a la línea masista. En la otra vereda, se construye paso a paso un proyecto hegemónico que seguramente buscará copar el poder nuevamente con más de dos tercios, sea en un solo partido político o en dos, oficialismo y oposición desde la línea socialista, con matices, pero con un mismo fin, la reproducción del poder y su monopolización.