Medio: El Potosí
Fecha de la publicación: martes 17 de enero de 2023
Categoría: Institucional
Subcategoría: Servicio de Registro Cívico (SERECI)
Dirección Web: Visitar Sitio Web
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Una de las principales cualidades que se espera de los gobiernos democráticos es la transparencia. Por transparencia se entiende la disposición de los gobernantes de no interponer ningún tipo de tapujos entre sus actos y la ciudadanía, de modo que ésta pueda conocerlos, fiscalizarlos, criticarlos y, si es necesario, censurarlos.
Y si eso cabe esperar de cualquier gobierno, mucho más de uno, como el de la Bolivia actual, que, por una parte, es el resultado del ejercicio democrático del voto, y, por otra parte, está ejerciendo su mandato en un momento en el que las nuevas tecnologías de la comunicación e información permiten que los gobernantes exhiban sus actos ya no solo para ciertos sectores, como el de los políticos y periodistas, sino para el gran público.
Los hechos; sin embargo, han mostrado hasta ahora una realidad completamente diferente. La transparencia no sólo que no ha sido uno de los rasgos característicos de los tres últimos gobiernos, sino que es uno de los muchos asuntos en los que se ha dado grandes pasos hacia atrás.
Abundan las pruebas sobre lo cierto que es eso. Basta ver las páginas electrónicas o sitios web de las principales reparticiones y empresas estatales para comprobar que la información sobre la manera como disponen de los recursos que tienen a su disposición no sólo que escasea, sino que está sistemáticamente ocultada.
Esta situación comenzó en el gobierno de Evo Morales, coincidiendo con el escándalo que surgió en los días previos al referendo de 2016, cuando se divulgó la existencia de una partida de inscripción de un niño en la que los nombres de los padres correspondían al entonces presidente del Estado y a Geraldine Gabriela Zapata Montaño.
A partir de ese hecho, que tuvo efectos en los resultados de aquella consulta ciudadana, el manejo de los datos del Registro Civil, hoy denominado Servicio del Registro Cívico (Serecí), ha cambiado notablemente. La base de datos de este registro es un secreto guardado no con siete llaves, sino 14, y cualquier divulgación no autorizada es considerada una “filtración” que es sancionada con severos castigos para el personal del Serecí, incluida la destitución.
Entonces, mientras otros países han transparentado la información de su registro civil, al punto de subirla a las plataformas de internet, en Bolivia hemos retrocedido décadas puesto que, desde el hecho antes mencionado, esa información ya no está al alcance del gran público.
Cabe recordar al respecto que estén en vigencia dos decretos supremos que norman la transparencia de la gestión pública. Uno es el D.S. 27329, que “tiene por objeto el de procurar la Transparencia y Acceso a la Información Gubernamental” y el otro es el 214, promulgado por el mismísimo Evo Morales, el 22 de julio de 2009 con el nombre de “Política Nacional de Transparencia y Lucha contra la Corrupción”.
El 27329 establece, en su artículo tres, que “todas las instituciones del Poder Ejecutivo tanto a nivel central como descentralizado, autárquico y desconcentrado (deben hacer) públicos, a través de las respectivas páginas electrónicas y/o por cualquier otro medio alternativo de cada ministerio, prefectura y entidad desconcentrada”, la siguiente información: presupuesto aprobado, número de funcionarios y personal eventual; términos de referencia del personal contratado; objetivos y metas planteados en los respectivos POAs; reportes anuales de ejecución presupuestaria y planes anuales de contratación de bienes y servicios.
Como se puede comprobar visitando sus páginas electrónicas (web), ninguna entidad pública, de ningún nivel de gobierno, cumple con esa obligación.