Medio: El Día
Fecha de la publicación: viernes 27 de julio de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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En Bolivia pasa un fenómeno bastante interesante. Después del referéndum constitucional del 21 de febrero de 2016 donde gano el NO con el 51,3% de los votos, el gobierno del Movimiento Al Socialismo a la cabeza del presidente Evo Morales Ayma intenta sin éxito desconocer los resultados. Utilizó al Órgano Judicial, donde el Tribunal Constitucional Plurinacional el 28 de noviembre de 2017 dio luz verde a su próxima e inconstitucional cuarta repostulación. Para disimular su accionar, el T.C.P. no solamente habilitó al Presidente Morales, sino también, a todas las autoridades electas. La excusa para llegar a tan oscuro fin, fue no violar los “derechos humanos” de la primera autoridad del país. Tal decisión, fue tomada desde el Órgano Ejecutivo y mostró su control de todos los órganos del Estado. Esto causó gran molestia ciudadana.
Las plataformas ciudadanas en el país aparecen meses antes del referéndum del 21F. Todas ellas tuvieron una consigna clara, la cual era tomar la opción del NO en la intención de voto. Lograron canalizar el malestar de gran parte de los bolivianos que ven cómo los recursos públicos son utilizados por Morales Ayma en viajes de placer a los mundiales de fútbol y otros gastos onerosos e innecesarios, dejando de lado temas importantes como la salud y la educación. Las plataformas ciudadanas cobraron fuerza a partir de la “satanización de la política” misma que es parte del discurso gubernamental.
Es así como el gobierno muestra su estrategia de amigo-enemigo con la que logra minimizar a los partidos políticos. Empero, surge un problema que el gobierno no logra divisar: el empoderamiento ciudadano. Al verse los ciudadanos huérfanos de representación política, se vieron obligados a salir a las calles a defender las instituciones democráticas y el resultado del referéndum constitucional.
Con las elecciones generales cada vez más cercanas las plataformas ciudadanas van perdiendo fuerza, ya que simplemente logran hacer eco y tomar lugares emblemáticos de las diversas ciudades del país todos los 21 de febrero. El escenario político se va electoralizando y estas organizaciones van quedando relegadas por quienes sí hacen política (los partidos políticos) los cuales serán los que estarán habilitados para competir en las urnas. Esto último va creando respuestas autoritarias, las cuales parecen dar como solución la siguiente formula: para vencer el autoritarismo, hay que hacerlo con más autoritarismo. Para tal efecto un grupo de plataformas ciudadanas se reunieron el 30 de junio en Cochabamba bajo el nombre “Congreso Nacional de Unidad”, o “Asamblea Nacional Pacto de Unidad” y plantearon entre sus directrices de lucha: no reconocer la repostulación de Evo Morales Ayma, ni tampoco aceptar que los demás contendores vayan a la elección, ya que estos, estarían legitimando una victoria de Morales.
Al parecer, los bolivianos estamos viviendo nuestra propia versión de los “Ensayos sobre la Lucidez” de José Saramago. Recordemos que en la novela del autor portugués, el gobierno tiende a mostrarse más autoritario para controlar el Estado. La apatía política de sus habitantes, la baja participación electoral de estos y una alta taza de votos nulos y blancos, le dan carta blanca al gobierno de crear un régimen de mano dura con ambiciones totalitarias. Bolivia no se encuentra lejos de lo anteriormente mencionando, ya que existen plataformas ciudadanas que están jugando a ser apáticos y que se estrellan contra dos pilares fundamentales de toda democracia: el sistema de partidos políticos y el sistema electoral. Para darle fuerza a su discurso, ya han calificado al régimen de Morales en una dictadura. Posiblemente esto se deba a pretensiones propagandísticas con tal de que los líderes logren aparecer en los medios de comunicación. Mostrándonos, lo que parece que a muchos bolivianos nos gusta ver en política: show del más chabacano posible.
Una vez más nuestra sociedad se encuentra en una encrucijada en su lucha por la democracia. Jugar las reglas establecidas por las leyes, o darle el golpe de gracia a la democracia y a las libertades.