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Medio: El País
Fecha de la publicación: martes 17 de enero de 2023
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones judiciales
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Darle los honores a los jueces; permitir que los abogados se dediquen a su profesión sin corromper a nadie; que ser fiscal sea una extraordinaria posibilidad para acorralar a los criminales
- Redacción Central / El País
- 17/01/2023 00:00
Probablemente el origen de todos los males internos del país se encuentra en la Justicia. O más precisamente dicho, en la ausencia de ella. Tanto la colonia como las prácticas ancestrales han tendido siempre a formular la Ley como producto de lo divino y, por tanto, interpretarla a conveniencia. Prácticas que han quedado en el acervo social, en ese gusto por el caudillismo, en el desdén de la norma y en la desconfianza general en los procesos participativos y democráticos que casi siempre se producen de arriba abajo.
El gran misterio de 2023 no es saber si el MAS acabará siendo controlado por Luis Arce o si Morales aplastará la rebelión y se ubicará de nuevo en la papeleta electoral de 2025, ni si Luis Fernando Camacho saldrá de prisión o si el choque de trenes acabará con una declaración unilateral de independencia de Santa Cruz; ni siquiera si Carlos Mesa huirá o entrará en Chonchocoro a su turno, el gran misterio es saber cómo se resolverán las elecciones judiciales previstas para octubre.
Elegir los jueces y magistrados por votación directa supone un ejercicio democrático al alcance de muy pocos países y cambiarlo requeriría un referéndum
El asunto está constitucionalizado y es esencial en su aplicación. Elegir los jueces y magistrados por votación directa supone un ejercicio democrático al alcance de muy pocos países y cambiarlo requeriría un referéndum que nunca podría salir bien y para el que no hay tiempo por mucho que se empeñe el círculo mirista de Juan del Granado. Y es que el problema en este caso nunca ha estado en la elección, sino en el proceso de selección en una Asamblea Plurinacional con dos tercios del oficialismo.
Por si no era bastante, la oposición nunca tuvo claro cuál debía ser su papel en todo esto. Las dos convocatorias anteriores, derrotados por adelantado, optaron por promocionar una campaña por el voto nulo que, visto desde la distancia que da el tiempo, no sirvió para nada.
Para variar, tampoco tiene claro qué debe hacer en este invite mientras el gobierno mueve sus hilos consciente de que va a haber dificultades: el MAS no solo no tiene los dos tercios, sino que sus tensiones internas han dividido a una bancada formando dos bloques que pueden dar y quitar mayorías con la oposición.
El gobierno ha movido ficha proponiendo una nueva fórmula para seleccionar los candidatos entre bancadas y, después, someterlos a la votación popular, que básicamente es lo mismo que se venia haciendo pero con la obligatoriedad de que haya acuerdo previo.
Poner a las personas idóneas en los espacios claves es esencial para este país, lograr revitalizar el sistema judicial; darle los honores a los jueces; permitir que los abogados se dediquen a su profesión sin pedir favores ni corromper a nadie; que ser fiscal sea una extraordinaria posibilidad para acorralar a los criminales y no una pieza fundamental de la persecución política.
Bolivia necesita un sistema judicial que nos permita volver a creer en el Estado, un sistema que haga creer que hay quien nos protegerá cuando las cosas vayan mal, que habrá quien se pare contra los abusadores y los totalitarios.
La justicia es la clave. Vaya que lo es.