Medio: El Día
Fecha de la publicación: jueves 26 de julio de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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Ciudadanía y cultura de género.- La ciudadanía es el ejercicio por las personas de los derechos y deberes civiles, políticos y sociales establecidos en la Constitución de un país.
Sin embargo, en este nuevo mundo progre y populista se está dejando de lado este antiguo y valioso concepto de ciudadanía, pues ahora se trata de otorgar derechos no por los méritos personales, valores humanos, valores éticos de los ciudadanos sino por sus características de clase y biológicas, como sexo y raza. Con esto estamos dejado de lado lo importante: el respeto al ser humano, al otro y cayendo en la trampa de otorgar privilegios, no por el comportamiento social y los valores de las personas, sino por atributos biológicos reales o construidos.
Con esta moda (al margen de lo político que es el de actual uso), no se busca elegir a las personas para realizar una función, un trabajo, por su capacidad e idoneidad, sino aplicando lo que llaman cultura de género; aunque el sentido común nos enseña que si vamos a elegir un cocinero, un tornero, un funcionario público, un piloto de avión, etc, lo debemos hacer buscando idoneidad y eficiencia de la persona que nos garantice un buen resultado por su trabajo, sin preocuparnos si es hombre, mujer, homosexual, blanco, negro o amarillo; solo que sabe hacer su oficio.
La persona debe ejercer su ciudadanía con responsabilidad, exigiendo respeto por sus derechos y a la vez cumpliendo con sus obligaciones, esta antigua noción de ciudadano contribuye al desarrollo de la identidad y al sentido de pertenencia a una comunidad y de este modo se construye una sociedad democrática y más justa.
Corrección política: En esa moda de la corrección política, la izquierda buscando imponer un régimen de buena consciencia para la defensa de los grupos vulnerables termina por devorar la cultura y el arte al descontextualizar las cosas. Dice Kaminer: "Hemos ido más allá de la corrección política y estamos viendo una disminución real del pensamiento crítico. Si usted no sabe la diferencia entre una palabra citada y un epíteto, entonces usted no sabe pensar".
Por estos lares, los castrochavistas del norte y del sur son los expertos en una neolengua con la que devalúan nuestro vocabulario, nuestras palabras y las transforman en otra cosa y ahora es obligatorio hablar en jerigonza: en el consultorio médico se dice los pacientes y las pacientas, también los y las niñ@s; saludamos a todos y todas; no podemos decir negros sino gente de color, tampoco podemos decir homosexuales y jamás maricones. Por su parte Maduro nos enseña a decir miembros y miembras, panes y penes, contentos y contentas.
Si de veras quisiéramos no discriminar, más que insistir en el género de los adjetivos que usamos, debemos preocuparnos del por qué existe discriminación y qué acciones se deben tomar para acabar con ella.
Se trata de no caer en la trampa de la corrección hipócrita; por ejemplo la palabra camba de origen guaraní, que significa de piel oscura (el que es negro es camba y nada de quemadito por el sol, se decía en otros tiempos) se usaba de manera peyorativa y discriminatoria. Cuando los collas (del Collasuyo) querían agredir decían: ¡esos cambas! y por suerte los cruceños fueron inteligentes y decidieron asumirse todos cambas y fin del pleito. Mientras los andinos aún se ofenden y se sienten discriminados cuando les dicen collas.
NEOLENGUA, GALIMATIAS, RELIGIÓN Y RACISMO
“El rechazo a la continuidad del presidente Evo Morales “es una fracción” de la Iglesia Católica, porque los padres aimaras y quechuas de origen boliviano están de acuerdo, como el Cardenal Toribio Ticona”: Eugenio Rojas, Ministro de Desarrollo Productivo.