La aprehensión de Camacho desató en sus afines reacciones que ya son características de este tipo de grupos: violencia y vandalismo. Tales acciones fueron graficadas a lo largo de la jornada, comenzando por las agresiones en el aeropuerto de Viru Viru, que derivaron en la suspensión de vuelos nacionales e internacionales.

Conforme transcurrían las horas, los ánimos de estos grupos violentos se fueron caldeando y los actos vandálicos se trasladaron hacia otros escenarios. Los siguientes objetivos fueron el Comando de la Policía, la Fiscalía Departamental de Santa Cruz y la casa del ministro de Obras Públicas, Édgar Montaño, donde se produjeron incendios y agresiones desmedidas.

Fernando Camacho, otrora presidente de los cívicos, promovió junto a otros actores de la extrema derecha el golpe de Estado de 2019, para dar paso a la toma ilegal del poder por parte de la entonces senadora Jeanine Añez, hoy sentenciada a 10 años de prisión.

La participación de Camacho en los actos de desestabilización y ruptura del orden democrático no son secreto para nadie. El entonces cívico se vanagloriaba por las acciones y advertencias que lanzaba libremente, como el ultimátum de 48 horas que le dio Evo Morales para que renuncie a la presidencia en 2019; y cómo olvidar la confesión que hizo sobre la participación de su padre en el pacto con militares, en coordinación con el ahora prófugo de la justicia Fernando López, para promover la insubordinación de las fuerzas del orden, dejando en la indefensión a la población, hecho que calificó como una historia que “fue tan hermosa”.

Este tipo de acciones que llenan de orgullo a Camacho derivaron en masacres, torturas, persecuciones y demás violaciones a los derechos humanos que dejaron como saldo más de una treintena de muertos y centenares de heridos, tragedias que fueron constatadas por organismos internacionales, como el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

Familiares de las víctimas de estos fatídicos hechos ven en la aprehensión de Camacho una luz de esperanza ante el pedido de justicia por todo el dolor que vivieron; mientras que los cómplices y artífices del golpe de Estado —y todo lo que conllevó— se desgañitan pidiendo su liberación, sin el menor remordimiento de conciencia.

A tres años de aquellas acciones que provocaron luto en el país, hoy Camacho debe afrontar cara a cara a la justicia, pero también al clamor de justicia que emana desde lo más profundo de aquellas familias que perdieron a sus seres queridos, dejando esposas viudas y niños en la orfandad. Hoy, Camacho debe darle una explicación al país y al pueblo.