El libro Crisis política en Bolivia (2019-2020) trae en su interior 15 ensayos diversos. Uno podría pensar que el valor del pluralismo es poder contar con múltiples perspectivas para, una a una, como si se tratara de un rompecabezas, armar el cuadro de conjunto. Pero esta es una idea errada. La pluralidad de voces no está para armar una orquesta con todas ellas y poner a prueba la maestría de un supuesto director que armoniza lo disonante y variopinto, sino para sopesar las razones contrapuestas, como si se chocaran dos piedra, sobrevive la verdadera, es decir, se mantiene íntegra la más consistente.
Esto es precisamente lo que sucede en el libro Crisis política en Bolivia (2019-2020), el argumento y el contraargumento, lo sólido, líquido y gaseoso se enfrentan en un intercambio libre y justo a través de las 484 páginas del libro. Ahí están todos los ensayos, de cara al sol, unos no resisten el choque y la confrontación, trastabillan y caen ante el duelo que esgrime la lógica y la contundencia de los hechos; mientras otros, muestran consistencia, se abren camino al andar de sus páginas y levantan la frente como los ojos llenos de luz.
Por tanto, es abriendo el debate, la discusión, en este caso, reuniendo la suficiente cantidad de ensayos disidentes como descubrimos los insuficientes, porque no resisten a la prueba de la disonancia, la contrariedad y la oposición. Para eso el pluralismo, una fórmula que permite clarificar lo verdadero por la confrontación y el balanceo entre dos razones diferentes; entonces una queda y la otra se retira. Pese a quien pese; porque así debe ser por el bien de la buena ciudad, la de mayor peso y solidez debe ser la gravitante para que una comunidad cimente su existencia sobre rocas firmes y no pedruscos de arcilla. Útiles solo para quienes las lanzan, no contra quienes tienen amontonando las suyas, sino contra quienes, por descuido o ligereza, traen las manos vacías. [P]