Medio: El Deber
Fecha de la publicación: domingo 27 de noviembre de 2022
Categoría: Autonomías
Subcategoría: Departamental
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Un reto extraordinario es el que le queda a Santa Cruz como saldo de la primera fase de otra gran batalla que ha decidido librar contra un estado concentrador de poder y acción. Remarco lo de primera fase, porque a eso se reduce la pelea por la realización del Censo Nacional de Población y Vivienda, apenas uno de varios escalones a vencer hasta llegar en 2025 a un nuevo proceso electoral, en el que se definirá la continuidad o no del proyecto político al que apuesta el MAS desde 2006 y que va del autoritarismo al totalitarismo.
Un reto de doble dimensión, como ha sido cada vez que Santa Cruz ha decidido repensar su relación con el Estado: una interna y otra externa, ambas importantes, aunque la regla ha sido darle más énfasis a la segunda que a la primera. Lo hemos podido ver al menos en dos memorandos que han marcado historia, como el de 1904 de la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos de Santa Cruz y el del 24 de julio de 2001 del Movimiento Nación Camba. En ambos hay una interpelación muy clara al poder central, mientras queda como algo pendiente a profundizar, como es la interpelación al poder local.
Esta vez, dado todo lo acumulado en siglos de historia, vale la pena poner también mucho énfasis en la dimensión interna de ese reto. Sin este cuidado especial, poco o nada podrá lograrse en el cometido de replantear la actual relación que tiene el Estado boliviano con Santa Cruz. Una tarea que tiene ya un avance significativo, sobre todo si se rescatan los logros obtenidos al menos por esos dos memorandos, a los que los separan 118 años de historia. Cada uno de ellos logró definir una demanda clara: la de 1904 era la pelea por el ferrocarril que uniera oriente y occidente, mientras que la de 2001 fue directamente un Nuevo Pacto con el Estado boliviano.
Asombra ver no solo la claridad en cada una de las demandas y de los postulados, sino también la pertinencia de unas y otros en sus tiempos y en los tiempos que corren hoy. En el caso del Memorándum de 1904, se advertía el riesgo que representaba para Bolivia optar por el ferrocarril hacia el occidente antes que el oriente. Y más, se dejaba en claro la motivación de la demanda cruceña: “No pedimos a nuestros compatriotas que nos traigan el progreso, como ha dicho un escritor sin sentido común. Tal vez ellos necesitan más de ese progreso que nosotros; el progreso vendrá paulatinamente, nosotros lo obtendremos con nuestros esfuerzos.”
Y seguía: “Pedimos ferrocarril, porque tenemos derecho a pedirlo, no para beneficio del Oriente, sino para el bienestar general de la República; porque nuestra conciencia y buena fe nos obliga a demostrar la verdad, descorriendo el velo provincialista que cubre los ojos de nuestros compatriotas del Occidente.” Ahora pienso que podríamos muy bien reemplazar la palabra ferrocarril por Censo 2023, sin modificar una coma, y la afirmación tendría tanta validez como la tuvo hace más de un siglo.
Podemos repetir el mismo ejercicio con el memorando de julio de 2001 del Movimiento Nación Camba, trayéndolo como respuesta a la segunda pregunta del Cabildo del pasado 13 de noviembre de este año, y lograr el mismo resultado: la validez de una demanda que lleve a replantear la relación de Santa Cruz con el Estado boliviano, que en otras palabras no es sino el de proponer un Nuevo Pacto entre ambos, como titula el documento citado. Algo que equivale a decir que, en los hechos, ya estaría avanzada la tarea prevista en esa segunda pregunta, con la ventaja que da el tener una propuesta desarrollada al detalle.
En otras palabras: Santa Cruz no necesita partir de cero para encarar los retos que le está planteando la actual coyuntura marcada por esta nueva interpelación de la región al poder central. Hay ya una acumulación de experiencias y saberes, así como de fuerzas y capacidad de movilización social, que merecerían ser mejor aprovechadas por los que hoy están en posición de liderazgo. La pregunta de fondo es: ¿están esos liderazgos habilitados o en capacidad de asumir la conducción de un proceso que promete transformar de raíz la relación no solo de Santa Cruz con el Estado boliviano, sino da cada uno de los otros 8 departamentos que contienen a Bolivia?