Medio: El Día
Fecha de la publicación: miércoles 25 de julio de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Repostulación presidencial / 21F
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Cuando supo que había perdido, y con el talante agriado por el disgusto, dijo el hombre: “No me vean todavía derrotado; es solo el primer tiempo; nos queda el otro, y ese no lo vamos a perder, por supuesto”.
Sí, en eso están los talibanes criollos. En Santa Cruz lanzaron el primer ensayo: a ver cómo lo toman los de BOLIVIA DIJO NO. Por primera vez tienen al frente un enemigo raro; apareció misteriosamente hasta en el Vaticano, junto al papa Francisco. Les persigue sin tregua; está en todas partes. Por donde vayan, a un volver de cabeza ya se dan con él, como si se desprendiera de su propia sombra.
Desde luego debe ser cómodo atacar al enemigo sobre seguro, con “premeditación alevosía y ventaja”, como diría un jurista. Llevaban cubierta la cara con una máscara de trapo negro; varillas de metal, palos y piedras en las manos. Pero luego se la quitaron: “no tenemos miedo”. Y quién sabe para no confundirse con asaltantes a bancos, con atracadores a mano armada, con terroristas. ¡Qué delicadeza, no querían parecerse a delincuentes! Pero parece que el propósito fue probar la eficacia de recursos extremos. Y no solo ocultaron su identidad sino que se autodenominaron “talibanes”.
Están conscientes de que un día -tal vez ya no lejano- la justicia tocará las puertas de sus casas y la silla del acusado esperándolos. Se nota que están temblando de miedo. Aquellos a quienes tratan de imitan son sus modelos de acción. ¿Y cómo actúan los talibanes? Son facciones fundamentalistas islámicos; extremistas que lanzan bombas desde la sombra; son los terroristas suicidas que matan a nombre de un dios en el que creen con fanatismo pasional. La violencia es su forma de actuar; son los enemigos sin rostro. ¡Por Dios que no llegue eso a Bolivia!, dijo alarmado un analista el otro día.
A estas alturas, de forma inevitable corre el segundo tiempo. En un país donde impera la anomia social, no es extraño que a la metáfora futbolera se dé carta ejecutoria desde ahora. Los talibanes, los chuteadores, los tinkus y ramas anexas son parte de la comparsa. Es pues una democracia sui generis la que se practica en las comarcas del Estado Plurinacional. No votan los ciudadanos, eso es anacrónico; votan los sujetos colectivos, los sindicatos, y de forma orgánica. Y después, la llamada oposición -encogida y dispersa- a llorar al río, como aconsejó cierta vez el mariscal de La Calancha.
Ya se verá: se viene la “gorda”. Los talibanes de tierra adentro dizque aún se preparan y que desde enero entrarán en el ruedo preelectoral. Sin embargo sus candidatos principales ya se hallan en plena actividad proselitista. Tienen todo: recursos materiales y humanos; medios y dinero hasta para regalar millones a los estafadores chilenos. Si el TSE se incorpora a la cancha como un árbitro “bombero”, no sería tan fácil no perder; al contrario, el triunfo estaría más que asegurado y, por consiguiente, el resguardo del patrimonio feudal del proceso de cambio.