Medio: La Razón
Fecha de la publicación: domingo 20 de noviembre de 2022
Categoría: Autonomías
Subcategoría: Departamental
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LA PAZ / 20 de noviembre de 2022 / 06:36
Hoy día, los federalistas en realidad son separatistas: no plantean un Estado federal para todos.
DIBUJO LIBRE
El federalismo es un modelo de Estado contrario al artículo 1 de nuestra Constitución: “Bolivia se constituye en un Estado Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, libre, independiente, soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con autonomías. Bolivia se funda en la pluralidad y el pluralismo político, económico, jurídico, cultural y lingüístico, dentro del proceso integrador del país”.
Para referirnos al modelo federal de Estado debemos remitirnos hasta los albores de Estados Unidos de Norteamérica. La historia de la República Federal Norteamericana nace con las 13 colonias que tenía el Reino Unido en la costa este del actual territorio norteamericano. En su guerra de independencia de 1775 a 1783 estas colonias pelearon mancomunadamente, puesto que solas eran débiles ante el poderío del Imperio Británico. Tras conseguir su independencia, estas 13 colonias, débiles por sí mismas y fuertes unidas, por temor a las represalias del derrotado imperio y por la conciencia de su debilidad individual, deciden agruparse en la forma de República Federal aglutinadora de esos pequeños estados débiles.
Esta reseña nos hace entender que el federalismo nace como la unión de varias partes débiles ante la amenaza de sometimiento por un poder imperial. Pedazos territoriales (colonias) que por sí solos no podían hacer frente al Reino Unido y que unidos eran al menos respetados.
Los modelos federales de Estado también tienen una lógica geopolítica territorial. Los ejemplos más concretos son Brasil, cuyo territorio abarca la mitad del subcontinente sudamericano; Rusia, llamado paíscontinente; y, el propio Estados Unidos de Norteamérica, cuya extensión territorial abarca del océano Atlántico al Pacífico.
Los modelos federales de Estado, propiamente llamados Repúblicas Federales o Confederaciones, como Brasil, Rusia, Estados Unidos, también han desarrollado una instancia todopoderosa por encima de cada Estado: la tuición federal, que regula en lo macro a cada parte de ese todo territorial. Muchos dirían que es más concentrado que cualquier otro modelo, puesto que incluso existen agencias federales en cada área y materia de la cotidianidad social, con tuición y mandato irrestricto por sobre cada Estado parte de la República Federal.
En nuestro país, para hablar propiamente de federalismo se deben analizar las condiciones materiales, históricas y territoriales concretas. Bolivia no es un país-continente con territorio de costa a costa cuya administración territorial y política se hace imposible. Tampoco nació a la vida republicana como una sociedad de estados débiles unidos por la necesidad y el miedo de la época. De hecho, el ejército libertario más grande, al frente de Simón Bolívar, era la garantía de constitución de una república no federal, que tampoco debía preocuparse por el decadente y derrotado imperio español de la época. Por otro lado, Bolivia, a partir de la nueva Constitución, aún no ha desarrollado plenamente el ámbito autonómico, por ejemplo, en la conformación de autonomías regionales.
Para convertir el Estado Plurinacional de Bolivia en una República Federal primero debe generarse el poder constituido (gobierno elegido democráticamente y con amplia mayoría), que sepa hacer uso de su legitimidad para generar un poder constituyente (Asamblea Constituyente), en cuyo escenario se podrá abordar cualquier modelo de Estado posible, incluido el modelo federal.
Ante las pretensiones de los cívicos cruceños, que no son recientes, de modificar el Estado Plurinacional, incluidos los paradigmas autonómicos, hacia un modelo de Estado federal, primero deberían ganar las elecciones nacionales; posteriormente, ese poder constituido tendría que generar el poder constituyente respectivo para viabilizar otro modelo de Estado posible, esto es otra Asamblea Constituyente.
Puesto que la doctrina constitucional concibe al modelo de Estado como base fundamental de toda Constitución, su modificación no podría realizarse mediante referéndum modificatorio, ya que dichas bases fundamentales constituyen parte central, no accesoria o modificable, de todo el ordenamiento jurídico nacional, de todo modelo de Estado y tipo de gobierno, que es lo central.
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En este orden de realidades y verdades, más allá de caprichos y deseos, el federalismo en Bolivia es una imposibilidad. Los federalistas en realidad son separatistas, no plantean un modelo de Estado para todas las partes del todo, sino una suerte de independencia, fraccionamiento de uno de esos pedazos de la totalidad totalizante llamado Estado Plurinacional de Bolivia. Contravienen lo dispuesto en el artículo 124 de nuestra Constitución, que indica:
I. Comete delito de traición a la patria la boliviana o boliviano que incurra en los siguientes hechos:
1. Que tome armas contra su país, se ponga al servicio de estados extranjeros participantes, o entre en complicidad con el enemigo, en caso de guerra internacional contra Bolivia.
2. Que viole el régimen constitucional de recursos naturales.
3. Que atente contra la unidad del país.
II. Este delito merecerá la máxima sanción penal.
Interpretando la disposición constitucional precedente, el numeral 1 del parágrafo I podría acontecer en caso de guerra. Sin embargo, los numerales 2 y 3 son situaciones posibles previstas por los constituyentes, que pueden ocurrir en tiempos de paz o de guerra. Su sanción la establece el mismo artículo 124.
Estamos frente a un nuevo intento, como aconteció en 2009 con la llamada “media luna”, de atentado contra la unidad territorial de nuestro país. Las autoridades nacionales deben cumplir y hacer cumplir la ley, empezando por los preceptos consagrados en la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia. El deseo federal debe esperar a que sus ideólogos mínimo ganen democráticamente las elecciones nacionales. Objetivo que si bien no es imposible, es muy remoto en virtud a su nula incidencia nacional y su enfoque chauvinista regional de hacer política. Por otro lado, más allá de soñar con imposibilidades constitucionales, los ideólogos del federalismo deberían estudiar el régimen de las autonomías regionales y plantear al país un modelo sobre esa base legal vigente.
(*)Gabriel Villalba P. es abogado y analista político