Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 25 de julio de 2018
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones nacionales
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¿Qué podrá estar ocurriendo en el Palacio de Gobierno? Todo indica que la decisión ha sido allí tomada –¿entre quienes, además de seguramente Evo Morales?– de apretar a fondo el acelerador de una precampaña electoral del MAS para imponer sobre Bolivia la repostulación/reelección en 2019 de Evo Morales y Álvaro García a sus cargos de Presidente y Vicepresidente del país, respectivamente.
La precampaña se ha comenzado a desplegar de modo manifiesto por parte de la cúpula del MAS a punta de amenazas, insultos, agresiones mediáticas y difusión de materiales preliminares de propaganda contra el movimiento del 21F, por un lado; y, por el otro, a través de la persecución judicial a potenciales candidatos de la oposición –sobresalientemente el caso Mesa-Quiborax– y la preparación de, si se hiciera necesario, la represión física y la criminalización del activismo opositor.
Lo evidente es que el binomio Morales Ayma-García Linera ha sido lanzado ya abierta y agresivamente por la cúpula de mando del MAS al ruedo electoralista de la repostulación/reelección. En lo que huele a una decisión política mayor y definitiva del MAS, el 6 de julio reciente la Federación de Comunidades Interculturales de Chimoré –que hace parte de las seis federaciones sindicales cocaleras del trópico de Cochabamba– decidió, en su XXI Congreso Ordinario, declarar a Evo Morales como “candidato oficial” a la Presidencia de Bolivia en 2019 y, muy significativamente, elegir a Álvaro García “por unanimidad” como el acompañante vicepresidencial de Morales.
Ese XXI Congreso, además, instruyó –entre sus votos resolutivos principales– poner en marcha una “campaña constante (del MAS) hasta la victoria aplastante en las elecciones generales (de 2019) con el binomio Evo-Álvaro”. Esas decisiones, se sabe, fueron instruidas al XXI Congreso de marras por el propio Evo Morales.
Definido el binomio, la precampaña no se ha hecho esperar y ha pasado a desarrollarse de modo fulminante y agresivo, con alarmantes indicios de inducción a la violencia y de predisposición a la vulneración de los derechos humanos por parte del régimen. Encabezada por el mismísimo Evo Morales, la precampaña arrancó el 12 de julio último, a los pocos días del XXI congreso en Chimoré, cuando en la localidad de La Asunta el Mandatario planteó sacar a patadas de los Yungas a los activistas de la oposición en esa región. “Si yo fuera cocalero de los Yungas, de chutazos (los) sacaría de aquí”, afirmó Morales, en una muestra abierta de la disposición del gobernante para agredir y reprimir físicamente a sus oponentes.
A los días, el 22 de julio, ratificando que el binomio Morales-García ya está en carrera, el dirigente cocalero del trópico cochabambino, Leonardo Loza, anunció, a su vez, que un ampliado ordinario de las seis federaciones cocaleras de la subregión el día previo había resuelto por consenso declarar “oficial el binomio Evo-Álvaro”, con lo que se ratificó que el Chapare ha decidido ya poner ese binomio en movimiento de campaña.
Ello fue seguido al día siguiente, el 23 de julio, por toda una insólita declaración de Teodoro Mamani, actual secretario General de la CSUTCB, la matriz sindical campesina hoy controlada por el oficialismo, quién también amenazó con golpear a los activistas del 21F en casos de presentarse éstos con manifestaciones en los festejos y desfiles del 6 de agosto, en la ciudad de Potosí –donde el gobierno de Morales planea realizar sesiones especiales de conmemoración de las fiestas patrias–, y prohibió “totalmente” la presencia del 21F en esa ciudad.
En consonancia con el espíritu de campaña y de agresión anti-21F en las filas cocaleras y campesinas del MAS, ese mismo 23 de julio, y en paralelo, el por su parte secretario Ejecutivo y máximo dirigente de la CSUTCB, Jacinto Herrera, declaró en entrevistas de prensa que el MAS y las organizaciones sociales que apoyan a este partido, “en lo que va de este año tenemos que prepararnos para llegar bien a enero de 2019 y arrancar la campaña” para la reelección del binomio Morales-García.
Lo que había sido sellado e instruido con ímpetu por el propio Evo Morales el día anterior, el 22 de julio, quién, desde la localidad de Lauca Ñ en el Chapare, sede de las seis federaciones cocaleras de la subregión, puso en movimiento electoral a su principal bastión político ordenando a la base cocalera que se ponga en campaña electoral. Hay que ser “campañeros” para ganar en 2019, les dijo, ratificando su decisión de buscar ser reelecto el próximo año, pese a lo inconstitucional de tal pretensión.
El MAS, pues, está ya en pre campaña movilizada y el binomio Morales Ayma-García Linera está en marcha. Pero, una vez más, ¿por qué la premura? ¿Qué está pasando en el Palacio de Gobierno para que se haya optado por electoralizar así de precipitadamente la coyuntura? ¿Qué necesidad hay en el MAS de acelerar la puesta en marcha del binomio anunciado?
Ricardo Calla Ortega es sociólogo