Medio: El País
Fecha de la publicación: martes 08 de noviembre de 2022
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Ejecutivo
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Con una coyuntura internacional nefasta y presionado por su propio partido, el Presidente debe tomar decisiones y ganarse su presidencia
- Redacción Central / El País
- 08/11/2022 00:00
El presidente Luis Arce cumple dos años en el cargo en unas circunstancias extraordinarias que, sin embargo, parecen ser el sino de su mandato. Sin entrar en el terreno pantanoso de las conspiraciones golpistas a las que el propio Arce acude recurrentemente, diferentes analistas (no alineados al MAS) coinciden en advertir que hay una comunión de intereses para, como mínimo, desestabilizar al gobierno para, como máximo, acortar su mandato.
Escudarse en la polarización para unir sus filas le puede garantizar cierto oxígeno en el poder a corto plazo, pero será un nefasto servicio a la Patria
Estos sostienen que el bloque económico oriental no se siente seguro con Luis Arce en el gobierno, sobre todo por el avance de los tiempos y el giro en el continente, copado por nuevos gobiernos de izquierda más preocupados esta vez por construir estados sociales y dignos para sus ciudadanos que por la reivindicación indigenista y la lucha anti - imperial con Estados Unidos. Así, temen que Arce se alinee con los Boric, Lula o Petro y empiece a aplicar “políticas socialistas”.
Estos mismos sostienen que el sector de Evo Morales está igualmente interesado en la desestabilización por intereses mucho más pragmáticos. Morales anhela volver al poder y no atiende a muchas razones, por lo que hacer caer el gobierno, o al menos mostrarlo débil, es una de las bazas que tiene para poder recuperar su espacio.
Desde luego, Arce no lo ha tenido fácil para llegar hasta aquí, ni siquiera luego de haber obtenido una votación histórica y haber recuperado el gobierno para el Movimiento Al Socialismo sin despeinarse, mirando desde el palco cómo se despellejaban entre Mesa, Áñez y Camacho. En apenas dos años ya ha contado con fracasos sonoros y algún desistimiento, precisamente para evitar otro varapalo. Los intentos regulatorios de las plataformas de internet o del sector gremial o minero; la gambeta con la vacunación obligatoria o la célebre derrota con la estrategia de la lucha contra el enriquecimiento ilícito evidencian que el gobierno de Arce no tiene músculo popular por sí mismo, y que en esa guerrilla, tiene las de perder.
Su fortaleza está siendo lo económico, reconocido más en el plano internacional que en el local, y aún así, sostenido con demasiadas dudas de futuro. Bolivia se mantiene al margen de las tensiones inflacionarias por su boliviano fuerte, por la subvención al combustible y por los programas que intervienen el mercado de los alimentos – desde la subvención al grano hasta la prohibición de exportación en determinados contextos -, pero estos planes requieren de importantes recursos que el Estado empieza a no tener. El temor a que se cierre el mercado de financiación externa y a que se deban tomar medidas impopulares para incrementar ingresos o reducir gastos – léase gasolinazo – es grande.
En esta coyuntura, Arce puede caer en la tentación de buscar un enemigo sobre el que cargar todas las culpas, y en este caso parece que el que está comprando todas las papeletas es Luis Fernando Camacho, y, en la generalización burda, Santa Cruz. Escudarse en la polarización para unir sus filas le puede garantizar cierto oxígeno en el poder a corto plazo, pero será un nefasto servicio a la Patria
Vivimos tiempos complejos en los que se necesitan liderazgos fuertes. Y aunque a Arce se le eligió para recuperar la estabilidad y gestionar la transición, es hora de que tome decisiones que ayuden a sanar el país. Cumple dos años de Gobierno y su legitimidad no está en duda, pero le toca ganarse ahora la Presidencia.