Estamos pasando días especialmente turbulentos y en el futuro será difícil comprender que esta turbulencia, cada vez más incontrolable, comenzó por la incapacidad del gobierno central de definir en forma transparente una fecha viable para la realización de un Censo de Población y Vivienda que ya debió realizarse en 2021 y que sirve a todo el país.

Si bien es cierto que en cada conflicto están en juego por lo menos los intereses de dos polos, en este caso la actuación del gobierno central llega a tales niveles de irracionalidad e incapacidad, que se puede caer en la tentación de explicar esta situación desde el mundo de las teorías conspirativas tan en boga en sectores radicales.

Veamos, por ahora, dos. Una, que el Presidente y su entorno, como buenos clase-medianos ascendentes, han decidido quitarse la máscara democrática con la que llegaron al poder e instalar abiertamente en el país el modelo actual cubano-nicaragüense: ningún espacio para la oposición. En ese modelo comienzan a incluir al ex presidente fugado y su entorno más íntimo; hacen concesiones cada vez más onerosas a grupos corporativos que lo apoyan; abren una pelea frontal con la Iglesia Católica; aumentan la presión y represión a periodistas y medios de comunicación que no se alinean con el modelo y cobran facturas a los alineados, hombres y mujeres, que comenzaban a creer que podían, como quien nada dice, lanzar críticas a algunas medidas gubernamentales; usan cada vez más desvergonzadamente del sistema judicial, el Ministerio Público, la Policía y, ahora, las FFAA a su favor; y crean grupos parapoliciales y paramilitares para la represión a movimientos ciudadanos.

Una segunda teoría conspirativa da cuenta de que lo que está sucediendo es la aplicación de la operación retorno al poder del ex presidente fugado, esta vez, para siempre. Para sustentar esta teoría hay que recordar que en 2019 Morales instruyó a sus colaboradores cercar las ciudades para reducirlas por el hambre, de manera que haya caos y se pida su inmediato retorno al país. Eso no sucedió porque, primero, se logró organizar un traspaso de la Presidencia constitucional ante el abandono de las autoridades del MAS de los puestos de sucesión establecidos por la Constitución y, luego, constituir un gobierno que logró pacificar al país.

Convocadas las elecciones de 2020 y viendo Evo Morales que no podía ser candidato, propuso como candidato del MAS a uno de sus más leales ministros, Luis Arce, en contra de la posición de una amplia mayoría de su partido, especialmente de occidente, que postulaba a David Choquehuanca y, para peor, siendo que en el entorno más cercado del ex mandatario, Arce era considerado un buen cajero… y nada más. Pero lo impuso porque Arce le garantizaba un retorno seguro al rascacielos presidencial.

Como muestra la historia, no hay delfín seguro… Primero, algunas solicitudes del fugado, acompañadas de gestos amistosos, no fueron atendidas por los colaboradores del delfín. Luego y a medida que éste se alejaba de su patrocinador, esos gestos se convirtieron en groseros ademanes y demandas que abrieron el camino del desencuentro. Ahora, la forma en que el gobierno central está manejando el tema de la realización del Censo, parece ser aprovechada por su predecesor para expulsarlo si más del rascacielos…

Reitero, son teorías conspirativas emergentes de la incompetencia que muestran los actuales administradores del poder central para administrar este asunto, así como su clara adhesión al matonaje autoritario para imponer su voluntad sectaria.

Pero, hay que recordar a moros y cristianos, por un lado, que cuando se desata la violencia, todo puede suceder; por el otro, que las heridas de carácter regional tardan en restañar, si es que lo hacen alguna vez…