Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 02 de noviembre de 2022
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Ejecutivo
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Está claro que el presidente Luis Arce no se siente seguro y que por eso cambió, de forma intempestiva, al alto mando militar porque seguramente quiere comandantes fieles que le garanticen su permanencia en el poder en caso de que el conflicto siga escalando.
Lo que llama la atención es que los nuevos comandantes, al menos los dos más importantes, no son del agrado del expresidente Evo Morales, lo que lleva a preguntarnos si Arce le teme a Santa Cruz o al jefe de su partido o por qué ha decidido poner en esos cargos estratégicos a los enemigos de Morales.
El comandante del Ejército, Juan José Zúñiga, por ejemplo, fue acusado por Morales de ser el líder del grupo Pachajcho, que, según él, ejecuta el denominado plan negro en su contra con la finalidad de involucrarlo en ilícitos.
Zúñiga, además, fue acusado de haber recibido 2,7 millones de bolivianos de los bonos Juancito Pinto y Renta Dignidad que sus inferiores habían robado sistemáticamente en el año 2013, cuando él era responsable del Regimiento 23 Max Toledo de Viacha.
Entre tanto, el flamante comandante en jefe de las FFAA, Hugo Arandia López, fue señalado por el senador Leonardo Loza, fiel seguidor de Evo Morales, de haber desviado combustible en favor de la resistencia juvenil Cochala, durante los conflictos de 2019. Es decir, fue acusado de colaborar con el “golpe”. Para sustentar su denuncia, Loza presentó un audio que supuestamente involucra a Arandia, antes de que éste sea nombrado como el máximo jefe castrense del país.
También hay acusaciones en contra del nuevo comandante de la Armada, Juan José Arnez, cuyo caso fue derivado por el ministro de Defensa, Edmundo Novillo, a la Inspectoría General para que se le inicie un sumario; mientras que el comandante de la Fuerza Aérea es señalado por encubrir casos irregulares en la FAB.
En la justicia boliviana se aplica una fórmula que consiste en nombrar como jueces a personas no idóneas para el cargo o incluso aquellas que públicamente son acusadas de corrupción para que sean más manipulables por el poder de turno. Es probable que la misma estrategia se esté aplicando en las Fuerzas Armadas.
Al margen de las denuncias contra los nuevos jefes castrenses, también es llamativo que el Presidente cambie al alto mando tan frecuentemente. Lleva casi dos años en el poder y esta es la cuarta vez que remueve a la cúpula militar.
En esta ocasión lo hizo en el contexto de la crisis de Santa Cruz, a cuyos líderes acusa de estar replicando la estrategia de 2019. “Hoy Bolivia se encuentra nuevamente amenazada por aquellos que, incapaces de aportar a la democracia, apuestan hoy por la confrontación y la violencia (...). Hoy ponen en movimiento una estrategia para reeditar el golpe de Estado de 2019”, denunció el Presidente durante la posesión del alto mando militar.
Sin embargo, también es sabido que en Santa Cruz está actuando la línea dura del MAS, aquella que responde al expresidente Morales, cuyo sello se deja sentir en la estrategia del cerco en las carreteras, el bloqueo del vertedero de basura, la falta de acceso a la refinería para abastecer de combustibles a la ciudad y ahora en las marchas que mantienen el asedio a la ciudad capital con la consigna de tomar la Gobernación.
La fractura interna del MAS no ha sido resuelta, sólo ha pasado a un segundo plano tras el inicio del conflicto de Santa Cruz por el censo en 2023. Tal es así que se mantiene la pulseta por la jefatura de bancada en Diputados; y Evo Morales, quien mantuvo un perfil bajo durante el conflicto, el fin de semana salió a criticar a Arce. “Dejar en sus manos, es dejar a toda Bolivia en manos de Santa Cruz. Con cuatro, cinco cruceños que dirigen el paro cívico. Es preocupante. Por eso siento que Arce no tiene un gabinete político que acompañe”, dijo el jefe del MAS.
Con todos esos antecedentes, es comprensible que Arce se encuentre preocupado por la crisis de Santa Cruz, pero sobre todo por lo que pueda estar haciendo el evismo en ese conflicto. Sólo así se entiende que haya nombrado a un alto mando militar tan cuestionado, pero a la vez tan enemigo de Evo Morales.