Medio: El Periódico
Fecha de la publicación: martes 01 de noviembre de 2022
Categoría: Conflictos sociales
Subcategoría: Marchas, bloqueos, paros y otros
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Sin duda que las posiciones radicales siempre complican la posibilidad de un entendimiento, eso es lo que sucede en la crisis que envuelve a Santa Cruz y el Gobierno por la fecha del censo de población y vivienda.
A simple vista parecería que es un problema que se hizo grande en vano. Santa Cruz tiene sus argumentos para insistir que el censo se realice si o si el 2023, incluso octubre de ese año, y el gobierno parece no querer ir más allá de abril pero del 2024. En síntesis, seis meses dividen las propuestas y llevan a actitudes extremas que pueden desencadenar un punto sin retorno, si es que las autoridades no actúan responsablemente. Pues bien, consideramos que el fondo del asunto radica en la fecha de presentación y aplicación de los resultados o datos del censo, que es lo que finalmente importa y por lo que se realizan estos procesos cada diez años, caso contrario no tendrían sentido. Los resultados darán lugar a una nueva distribución de recursos económicos en función de la cantidad de habitantes que tiene cada Departamento y municipio, sobretodo, pero también incide en la representación política de cada región en función a su densidad demográfica, aunque en Bolivia existe una desproporción entre lo urbano y rural, la ciudad y el campo, algo que va más allá de un simple censo y que deberá subsanarse de otra manera, si es que se puede algún día.
La complejidad de lo que está sucediendo en Santa Cruz se basa en que el censo se está convirtiendo en el motivo para reposicionar un pendiente político que cobró mayor fuerza el 2019, cuando se logró que Evo Morales renuncie a la presidencia del Estado. Irónicamente este conflicto calmó la guerra interna que vive el MAS y que amenaza con destruirlo, logró retomar la agenda que lo
enfrenta con líderes políticos orientales, como Luis Fernando Camacho y la vigencia que mantiene el comité cívico de esta región. Aunque tal vez hay una lectura no tan cabal, si no se quiere ver que existe una fuerte corriente y conciencia ciudadana que va más allá de la ciudad de Santa Cruz y que suena fuerte en otras poblaciones orientales. Tal vez figuras como las de Camacho o del propio comité, sólo encarnan y le ponen cara a algo más fuerte que esta dentro del cruceño. Sería un error si el gobierno no lo lee correctamente.
Es muy peligroso permitir, facilitar o peor aún, incentivar, la movilización de grupos humanos desde otras regiones, que buscan la confrontación, porque esos hechos profundizarán la división y polarización y muy difícilmente, cambiarán el sentir del pueblo cruceño, por el contrario, lo afianzarán y solidificarán, lograrán mayor unidad y ya no por la fecha del censo, sino más bien para defender sus ideas y forma de vida. Si no se actúa con sabiduría y responsabilidad, pueden desencadenarse sucesos violentos que enluten una vez más a Bolivia y no resuelvan nada, sino más bien lo compliquen de manera extrema.