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Medio: El País
Fecha de la publicación: viernes 28 de octubre de 2022
Categoría: Institucional
Subcategoría: Tribunal Supremo Electoral (TSE)
Dirección Web: Visitar Sitio Web
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Contenido
Cuentan más de trece años de vigencia del modelo de Estado Plurinacional Comunitario y de su sistema de gobierno que se agencia a través de tres formas democráticas: directa y participativa, representativa y comunitaria; y suman en total cuarenta años desde la reinstalación de la democracia en el país, ocurrida en octubre de 1982, tras un sombrío periodo de dictadura militar iniciado a finales de los años 60 del siglo pasado.
Desde luego que estos sucesos invitan a conmemorar al colectivo humano que desde múltiples sectores de la sociedad posibilitó el retorno de la democracia en Bolivia, así como a recordar y celebrar las acciones colectivas de cuño indígena originario campesino y popular que irrumpieron con fuerza emancipadora durante el periodo de hegemonía de la democracia liberal representativa, después extendido en crisis, inflexión y cambio estatal, trascendiendo en el reconocimiento constitucional de tres democracias que funden los valores de la libertad e igualdad con los principios de la plurinacionalidad y la soberanía política con equivalencia de condiciones entre hombres y mujeres. Estos andares evocan hoy diversas sensibilidades, imágenes y relatos temporales pero, como insiste Fernando Braudel, el análisis histórico debe ir más allá de los hechos, de los meros acontecimientos, e identificar estructuras de larga duración. En este sentido, los años recorridos de vida democrática develan, a pesar de las etapas de crisis e incertidumbre, la persistencia del “ser social democrático” como un componente constante de la conciencia del pueblo boliviano.
En el ciclo democrático actual es imprescindible reflexionar sobre las claves para el afianzamiento de las relaciones entre quienes componen la nación plural con miras a la constitución de una comunidad ciudadana fortalecida, y analizar la importancia de este proceso social para resistir la emergencia de subjetividades excluyentes, de viejas tensiones irresueltas en la construcción del Estado de origen étnico cultural, regional y económico, y zanjar la polarización política y social que asedia permanentemente la convivencia democrática en Bolivia.
Los idearios y referentes del sistema político cultural del Estado Nación resultado de la Revolución Nacional se han debilitado, pero todavía se resisten a ser reemplazados por completo; mientras que el Estado Plurinacional Comunitario ha configurado nuevas visiones, ideas, sentires y creencias, pero éstas todavía no se han arraigado socialmente. En concreto, existe un Estado Plurinacional en proceso de construcción que requiere la producción de un nuevo espacio público con imaginario plurinacional para articular la edificación estatal con la sociedad civil. En este sentido, se puede pensar en la producción de este espacio en términos de Nora Rabotnikof, es decir, como una esfera común de participación ciudadana en las decisiones colectivas, pero esta vez cimentada en una gramática plurinacional comunitaria y códigos de convivencia concernientes al reconocimiento de la preexistencia colonial de las naciones y pueblos indígena originario campesinos, el despliegue de diversas identidades colectivas y de instituciones culturales que estructuran la vida de comunidades en el campo y la ciudad, sumados/conjugados con los sujetos, códigos y valores propios que tienen como fuente la modernidad.
En este marco de posibilidades y horizontes de unidad socioestatal, el nuevo espacio público implica la generación de escenarios de composición plural y diversa de participación, diálogo, deliberación y concertación ciudadana que permiten la transformación de la voluntad colectiva en potencia determinante para la toma de decisiones al interior del Estado. Estos escenarios adquieren formato mediante el dispositivo de la democracia intercultural, esta democracia de alta intensidad que plantea nexos y articulaciones entre la democracia directa y participativa, la democracia representativa y la democracia comunitaria, pero particularmente entre éstas dos últimas, con horizonte de complementariedad.
Así, la democracia intercultural constituye en el presente ciclo democrático el locus de procesamiento institucional para la producción de este nuevo espacio público con gramática plurinacional porque le otorga significado político a la convivencia de la diversidad cultural, institucional, normativa y lingüística y al ejercicio de los derechos individuales y colectivos que son consustanciales al modelo de Estado Plurinacional Comunitario.
*Es sociólogo