Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: martes 25 de octubre de 2022
Categoría: Conflictos sociales
Subcategoría: Marchas, bloqueos, paros y otros
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A 40 años de haber recuperado la democracia, Bolivia se encuentra una vez más en un octubre que duele. Esta polarización que se continúa ahondando usualmente deja afuera de su análisis a quienes quisiera visibilizar hoy y a quienes convenientemente el gobierno, opinólogos y a veces hasta algunos líderes de oposición ignoran: el ciudadano de a pie, que por tercera vez en cuatro años sale a protestar a su calle por lo que considera un pedido legítimo, esta vez el censo. Lamento reventar la burbuja a muchos, pero la ciudadanía cruceña protestando hoy no es una masa sin juicio que sólo aplaude en los cabildos y obedece ciegamente al comité. Por lo contrario, es una ciudadanía que ha desarrollado una capacidad logística de protesta descentralizada sumamente fuerte y es precisamente por eso que el gobierno ha tenido que movilizar tantos grupos de choque y policías hacia esta ciudad. Y mientras las negociaciones por el censo fracasan por las características de quienes las conducen, el desafío para la mayoría de las personas en la calle es cómo mantener la movilización sin violencia ni más muertos.
Como Ríos de Pie, movimiento de noviolencia del que soy parte, llevamos ya 5 años pregonando la noviolencia como técnica de protesta en Bolivia y hemos visto cada vez más que la capacidad y creatividad de la ciudadanía cruceña para ejercer la protesta noviolenta es sorprendente y generalmente autoconcebida en los mismos barrios sin guía ni dirección de una organización superior. El ingenio, la popularización de la noviolencia y la inspiración de protestas vistas en redes sociales son suficientes para que cada esquina o calle desarrolle tácticas propias, recalco, sin que Ríos de Pie ni el comité ni nadie pueda tomar crédito por esta hermosa expansión de la capacidad ciudadana de disentir hecha acción. Eso no quiere decir que todas las protestas en Santa Cruz sean pacíficas, claramente hay numerosas excepciones características de la cultura política del país, pero sí hemos notado cómo los pedidos y el interés por la noviolencia han aumentado mucho, incluyendo grupos que hoy también pregonan la protesta pacífica cuando antes se enorgullecían de tener un lenguaje violento.
Los ejemplos de protesta noviolenta en este paro han sido numerosos y creo que vale la pena recalcarlos. Vecinos de la av. San Aurelio ejercen el paro con clases de zumba en sus calles. Los residentes de la avenida Alemana bloquearon sus calles con juguetes: bicicletas, peluches, andadores y monopatines instalados en el asfalto bajo una bandera gigante de Bolivia. En el Plan 3000, ciudadela que ha sido repetitivamente atacada por grupos de choque aliados al gobierno, los jóvenes organizaron torneos de fútbol entre sus distintos barrios, incluso a veces algunos “dejándose ganar” por los barrios que fueron reprimidos violentamente por grupos afines al gobierno, para así “subirles los ánimos”. Estas actividades pueden sonar ingenuas en comparación al clima de conflicto que vivimos estos días, pero precisamente son necesarias para que esa tensión no se materialice en violencia, sino que existan otras actividades que no pongan en peligro la vida de quienes participan en las protestas mientras dure el conflicto.
En contraste, la violencia se ha dado estos días principalmente cuando grupos de bandos opuestos se enfrentan en puntos de bloqueo. Tal como en 2019, grupos aliados al gobierno intentan levantar los puntos de bloqueo por la fuerza, generando violencia al enfrentarse con quienes protestan e inclusive atacando a periodistas. Estos grupos de choque atacaron a vecinos y periodistas de El Deber este 22 de octubre, y se develó poco después que los atacantes fueron encabezados por autoridades electas del MAS: la diputada Amalia Antonio y el concejal de Santa Cruz José Quiroz. El 24 de octubre otro grupo de choque atacó la cooperativa de agua Saguapac, incluso incendiando llantas en su entrada, y luego se identificó en prensa al cabecilla de este grupo como Juan José Mendoza, exconcejal del MAS.
Mientras las negociaciones fracasan, es la ciudadanía en calle quien paga el costo de autoridades intransigentes. Desde Ríos de Pie continuaremos los esfuerzos para que la noviolencia sea la principal técnica de protesta ejercida por la ciudadanía, pero recalcamos la pregunta: ¿Por qué el gobierno del MAS conduce con sus acciones, año tras año, a que se llegue a estos extremos de conflictividad antes de buscar soluciones? ¿Será que el gobierno se beneficia con la violencia?
cruceña protestando hoy no es una masa sin juicio que solo aplaude en los cabildos y obedece ciegamente al comité