Medio: El Potosí
Fecha de la publicación: martes 18 de octubre de 2022
Categoría: Conflictos sociales
Subcategoría: Marchas, bloqueos, paros y otros
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Salvo el anticipo que hizo el alcalde de Santa Cruz, Jhonny Fernández, en el sentido de que “se está acercando el diálogo”, hasta el cierre de la presente edición no había informes respecto a las necesarias negociaciones entre esa región y el gobierno central para evitar la huelga indefinida anunciada para el 22 de octubre.
Y es que hasta ayer no se oficializaba el diálogo simple y llanamente porque nuestro país carece de los necesarios puentes que conduzcan a los actores políticos a sentarse frente a frente para hablar del tema que ha desatado el conflicto. Lamentablemente, hay intereses partidarios, lucha por el poder y afanes que están muy lejos de buscar soluciones. A cuatro días del inicio del paro indefinido por el censo en 2023, se diluyen las esperanzas de que los esfuerzos se dirijan a evitarlo y, sobre todo, a buscar soluciones que saquen de la mente colectiva la confrontación.
Se ha puesto muchos candados a las puertas de salida. Ni el gobierno central ni los cívicos cruceños tuvieron voluntad real de escuchar al otro. Las reuniones convocadas al comité interinstitucional ya tenían libretos con los afines y funcionales que asistían a estos encuentros. El comité interinstitucional avanzó en una propuesta para que el censo sea realizado en 2023, pero puso condiciones cerradas para exponer y para escuchar. En ambos lados, hay radicales que hacen mucho ruido y que pretenden ocupar los espacios y así le van ganando a la racionalidad.
Por si fuera poco, reina la desconfianza en el otro, lo que significa la convicción de que no se puede creer en las opciones de solución que se plantee y abundan las descalificaciones mutuas. Es decir, la situación llevada al extremo y sin salida.
El debate técnico ha sido el gran perdedor, porque ha ganado la visión política de unos y de otros.
La manzana de la discordia es el Censo Nacional de Población y Vivienda. Santa Cruz pide que sea en 2023 y a esa posición ya se han sumado otras regiones. El gobierno se mantiene en lo dispuesto en su decreto, que lo fija para 2024.
Si solo se observa los intereses políticos se puede comprender por qué ganan terreno los radicales. En el Movimiento Al Socialismo necesitan un enemigo externo, porque su pugna interna es casi sangrienta, y qué mejor para ellos que confrontar con Santa Cruz. Eso les abre un paréntesis, aunque después vuelvan a pelear sin reglas, como lo están haciendo en este momento.
En Santa Cruz también hay radicales que ganan volumen alentando paros y bloqueos de caminos y sus líderes no han concurrido a los llamados a diálogo. Ven la solución por el desastre porque ahí ganan protagonismo. Una muestra de que sus intereses son más sectarios que nacionales es que ninguno ha hablado de qué hacer con las regiones que resulten perjudicadas por los recortes, presupuestarios y de representación política, que se ejecutarán como consecuencia de los datos que arroje el censo.
De Bolivia siempre se ha dicho que puede llegar al precipicio, pero nunca cae al barranco. Y los políticos juegan mucho con esta creencia. Alientan la confrontación y la violencia.
No se dan cuenta de que la situación puede desbordarse en cualquier momento. En medio de esta pugna están los ciudadanos de a pie, que observan este ir y venir con angustia. Un paro indefinido no le hace bien a Santa Cruz ni a Bolivia; un cerco en ese Departamento (como proponen algunos masistas) solo causará violencia, con las consecuencias nefastas que todos ya conocen.
Entonces, en los días que quedan antes del inicio del paro indefinido deberían anteponerse las neuronas antes que las hormonas; el interés de los ciudadanos, antes que los afanes de los políticos de turno. No está mal ceder posiciones, de unos y de otros, si la ganancia es para todos.