Medio: El Potosí
Fecha de la publicación: lunes 23 de julio de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Una serie de noticias han dado durante los últimos días motivos para sospechar que en las filas gubernamentales han comenzado a abrirse fisuras que ponen al Movimiento Al Socialismo ante la impostergable necesidad de elegir el camino hacia el cual dirigir sus pasos de ahora en adelante.
Un ejemplo de lo dicho, tal vez el más importante, es el que se refiere a la posición del gobierno boliviano frente a sendas crisis que han puesto a los regímenes de Venezuela y Nicaragua al borde del colapso.
En el primer caso, el venezolano, no hubo hasta ahora señales de duda. No ha ocurrido lo mismo ante la crisis nicaragüense, pues hay una notable diferencia entre la firmeza con que Evo Morales dio en La Habana su pleno respaldo a Daniel Ortega y la disidencia del embajador boliviano ante la OEA, Diego Pary, quien optó por retirarse de la sesión convocada para tratar el caso antes de dar su voto de apoyo al gobierno de Ortega.
Es verdad que Pary no se sumó a los 21 países que emitieron su “enérgica condena” a la matanza desencadenada por Ortega, pero tampoco se alineó con Nicaragua, Venezuela y San Vicente y las Granadinas, los tres países que explícitamente rechazaron la resolución condenatoria.Y ese no es un pequeño detalle.
Un segundo frente en el que salieron a la luz similares dilemas es el relativo a la manera como el gobierno se propone hacer frente a las movilizaciones ciudadanas que exigen el respeto a los resultados del referéndum del 21 de febrero de 2016. Hay una facción gubernamental que propone reprimir cualquier manifestación contraria a la reelección, incluso recurriendo a métodos violentos, y otra, cuyo principal exponente es el Ministro de Gobierno, que se inclina por una actitud más respetuosa de las reglas de juego democráticas.
Finalmente, pero no menos significativa, es la distancia que ha tomado el Gobernador de Cochabamba ante el intento de las fuerzas masistas de apoderarse del gobierno municipal de Quillacollo.
Son tres muestras del dilema que se le presenta al MAS. Por un lado, seguir el camino abierto por Maduro y Ortega. Por el otro, mantener las luchas políticas dentro los límites impuestos por la legalidad democrática.
Ese dilema se presentará de muchas maneras en el futuro próximo. Es de esperar que tanto las experiencias ajenas como la recordación de las lecciones que deja nuestra propia historia sirvan orientar a quienes tienen en sus manos el futuro del MAS, del actual gobierno y de nuestro país.