Medio: Los Tiempos
Fecha de la publicación: domingo 22 de julio de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Son varios los factores que nos han conducido a esta situación. En orden de importancia, el principal es concebir la acción política y el servicio público como instrumentos de ilícito y rápido enriquecimiento. Más allá de ideología, cultura, raza, religión y género, en la medida en que se siga viendo al Estado, en sus diferentes niveles, como un botín de guerra a usurpar, poco o nada se podrá hacer por el bien común con visión de futuro.
Adherido a lo señalado se encuentra la existencia del reino de la impunidad y el uso de la justicia como instrumento de represión política. Vigentes ambos, la acción política se degrada a un simple toma y daca, que sólo provoca rechazo y deslegitimación.
En ese escenario, otro factor que aporta al desgobierno departamental es la enfermiza voracidad del MAS por copar todo espacio de poder. En el caso de los mencionados gobiernos municipales, el haberlos perdido en las últimas elecciones regionales –por la pésima gestión de quienes fueron las autoridades de ese partido y la creciente corrupción-- no hizo que modifiquen actitudes para recuperar la confianza ciudadana y prepararse para la siguiente confrontación electoral, sino que han buscado --y lo están logrando-- derrocar a las autoridades elegidas democráticamente, aprovechando, hay que reiterar, que éstas no han estado a la altura de los desafíos que debieron enfrentar.
También ayudan las pugnas internas dentro de los partidos/coaliciones que pudieron derrotar electoralmente al MAS en las anteriores elecciones regionales, al punto que por ellas incluso se dio paso a una extraña, implícita y circunstancial alianza con el partido de gobierno frente a un “enemigo común”.
En este repaso, una elevada cuota parte de responsabilidad para crear este escenario de desgobierno es la presencia de una Gobernación que antes de velar por el interés público responde a instrucciones sectarias del gobierno central que, por su parte, asume actitudes cada vez más autoritarias. Es posible creer que los conflictos en los gobiernos municipales no habrían salido de control si desde esta entidad estatal departamental se hubiera dado prioridad a la atención de los intereses de la región antes que a los mezquinos intereses sectarios de copamiento estatal.
Dados los problemas que se enfrenta y las peligrosas consecuencias que tendrán en el departamento si no se los resuelve, llama la atención la pasividad con la que actúan las organizaciones de la sociedad, sean empresariales, sindicales, gremiales y cívicas, cuya dirigencia, si superaran el estrecho marco del corporativismo en el que se desenvuelven y lograran zafarse de la polarización política que está dominando al país, podrían crear espacios de diálogo y diseño de acciones que permitan reencausar la vida municipal del departamento.
En este panorama se comprende los sentimientos de frustración de la gente que siente que su participación democrática es traicionada por quienes han recibido su apoyo en las urnas, porque están más interesados en atender sus particulares intereses que en cumplir sus ofertas y programas político electorales, lo que se traduce en el permanente deterioro de las condiciones de vida urbana. Para peor, esa misma actitud muestran moros y cristianos a la hora de gozar del poder.
Paradójicamente, hay experiencias en sentido de que es precisamente en tiempos tan complejos como los que estamos atravesando cuando pueden surgir iniciativas de concertación que permitan revertir la marcha hacia el desastre, recuperar la sensatez y abrir caminos hacia un horizonte de desarrollo.
En todo caso, hay que estar conscientes de que el tiempo apremia…
El autor fue director de Los Tiempos