La elección judicial en la CPE fue idea de asesores españoles

La elección de magistrados no fue inspirada en Fausto Reinaga o René Zavaleta

Página Siete  / La Paz

La elección de  altas autoridades del Órgano Judicial por voto popular fue una iniciativa impulsada por asesores españoles que participaron “activamente” en la Asamblea Constituyente, respaldados en los planteamientos de Jean-Jacques Rousseau y su país de origen, Suiza, afirmó el abogado Gonzalo Mendieta.

“En el origen de las elecciones judiciales no están Fausto Reinaga o René Zavaleta, sino Rousseau y su país de origen, Suiza. También los asesores españoles de la fundación CEPS que asistieron -a fondo, según se ve- en la redacción de la Constitución. Parece que la idea era cambiar de sucursal europea, no desarrollar pensamiento propio”, escribió Mendieta en un artículo de opinión La peregrina idea de elegir magistrados publicado ayer en Página Siete.

El jurista relata que “la ideología rousseauniana de los asesores españoles entroncó con un viaje a Suiza del presidente Evo Morales, en el que ‘supo que se elegía a los jueces’, según refiere en un texto de 2014 un abogado vinculado al MAS. Suiza, la tierra del ginebrino Rousseau, le ofreció al Presidente la misma invención inoculada por los excitados asesores hispanos”.

Agrega que en documentos publicados por la Vicepresidencia y en otros de difusión no dirigida a Bolivia, “esos asesores ratificaron su convicción de separar democracia y liberalismo”.

 Afirma que buscaron acentuar la primera y desechar los temores liberales por la concentración del poder.

Es así que el salto intelectual al vacío de las elecciones judiciales -dice Mendieta- nació de un razonamiento elemental: la felicidad pública estaría garantizada si el poder constituyente mandara siempre y eligiera magistrados.

“No se preguntaron cómo reclutar a los mejores, cómo asegurar su independencia y que no se sometieran al poder prevaleciente o a la platita”, dice.

Es así que los asesores españoles de la Asamblea Constituyente en 2007 “cargaron además el prurito de que los jueces no podían meterse en las definiciones políticas de un gobierno elegido por la mayoría, menos controlarlo”, pero “habría venido bien laburar en serio o sufrir la justicia boliviana como litigantes, antes de experimentar en cuero y país ajeno”, agrega.