Medio: El Deber
Fecha de la publicación: domingo 24 de julio de 2022
Categoría: Autonomías
Subcategoría: Departamental
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En los días previos del paro departamental para exigir que el censo se realice antes del año 2024, han vuelto a aparecer los ataques y expresiones que buscan descalificar al gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, como ocurre cada cierto tiempo, en un afán político que en apariencia es dirigido a una persona, pero que en el fondo es parte de una estrategia contra la región de Santa Cruz. A estas alturas queda claro que al Gobierno de Luis Arce y sus autoridades no le simpatiza esta región, a la que identifican como una enemiga a derrotar o cuando menos a anular.
No le perdonan a esta tierra que tenga un pueblo rebelde, de espíritu libertario, que no se deja someter, que ha aprendido a hacer escuchar su voz con fuerza, con un carácter incluso determinante como demostró en las jornadas de octubre y noviembre de 2019, cuando 21 días de paro lograron la renuncia y huida de Evo Morales por el fraude que orquestó con un Tribunal Supremo Electoral afín a su partido. En esos ataques persistentes a Camacho subyace la intención de hacer daño a la región; una manera burda de cuando menos incomodar a los cruceños, y en ese afán no miden extremos ni ahorran adjetivos groseros. Ahí está Gustavo Torrico. Fiel a su estilo provocador y callejero, el ahora viceministro de Coordinación Gubernamental llamó ‘niño que se cree emperador’ al gobernador cruceño y comparó al Comité Cívico Pro Santa Cruz como la ‘SS nazi de los hitlerianos’.
Comparar a una institución como el Comité Cívico cruceño, respetada por la población, con la SS nazi es una ofensa no a su presidente ni a la institución misma, sino a la población cruceña que deposita en ella una buena parte de las decisiones de liderazgo delegado. Pedirle respeto a un político que organiza grupos de choque en las calles y que protagoniza él mismo pateaduras de personas que se encuentran en el suelo, es ciertamente demasiado. Pero alguien tendrá que hacerle entrar en razón de que cuando se lleva un sombrero grande como es un Viceministerio, su actuación debiera merecer una consideración diferente respecto a la locuacidad grosera a la que él está acostumbrado.
¿Por qué no actúan las autoridades con la misma ferocidad que demuestran con Camacho, con otros gobernadores de su partido que protagonizaron vergonzosos actos de corrupción como la adquisición fraudulenta de las ambulancias de la Gobernación de Potosí? Si hubiera sido Camacho el de las ambulancias, el líder cruceño ya estaría encarcelado detrás de siete muros en Chonchocoro. ¿Qué hubiera pasado si el gobernador de la fiesta con latas de cerveza en el despacho no hubiera sido el de La Paz, Santos Quispe, sino Luis Fernando Camacho? La poderosa Fiscalía aliada del Gobierno y todos sus instrumentos se hubieran volcado con rabia y aparatosidad contra Camacho y a estas horas estaría también en alguna celda.
Se puede tener diferencias con Camacho, pero él es el gobernador elegido de la región y como tal merece respeto, como se respeta al presidente Luis Arce también legítimamente elegido en las urnas. Que Evo Morales ‘se la tiene jurada’ por haber sido él quien lideró el movimiento que terminó con la huida del líder del MAS, es por todos conocido. Pero que el Gobierno ahora cargue contra el gobernador no tiene sustento legal. El ‘Todos contra Camacho’ del masismo no es otra cosa, en definitiva, que todos contra Santa Cruz.