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La batalla por las identidades - MARCELO AREQUIPA AZURDUY

Medio: La Razón

Fecha de la publicación: miércoles 06 de julio de 2022

Categoría: Debate sobre las democracias

Subcategoría: Democracia representativa

Dirección Web: Visitar Sitio Web

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Todo este marco introducido nos conduce a lo que se llama como populismo punitivo, en un momento que se supone deberíamos impulsar la resolución de los problemas por la vía de la justicia de paz, y la conciliación; que todo esto debiera llevarnos ahí sí a explotar nuestra máxima como país de que la unión es la fuerza. Al contrario, la unión en este contexto no será la fuerza transformadora del Estado, sino será la fuerza que se imponga coyunturalmente a otra que el día de mañana estará por encima.


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Tiempos grises como los que estamos pasando últimamente, llevan consigo escenarios y acciones distópicas que no las creíamos ver jamás en el plano mediático, político y social.

Estos tiempos no se están dando solamente a nivel global con los efectos económicos y sociales de una pandemia sanitaria. Esto que estamos viviendo más bien tiene que ver con un clima político y social que es el resultado de haber tenido liderazgos fuertes, pero que al mismo tiempo mostraron tener muy poca vocación de construcción institucional.

Por eso ahora cuando vemos que desde el poder político la solución a un escándalo mediático en cualquier oficina estatal, pasa por remover a todas las personas de este espacio, exhibiendo y señalando públicamente a todos los funcionarios de ser el cáncer que nos afecta; no reparamos que esto es peligroso porque la regla de oro ya no es hablar del problema estructuralmente, sino que aquí se trata de la toma de justicia por mano propia.

Esta toma de justicia por mano propia lo que hace es saciar una inmensa frustración que sentimos por la mediatización de los problemas que vivimos, pero esto sigue sin atender de manera estructural el asunto, porque a esa actitud del poder político mencionado antes de que todos sean removidos y exhibidos públicamente, se le suma otra reacción peligrosa que es la posibilidad de endurecimiento de las penas en las cárceles.

Todo este marco introducido nos conduce a lo que se llama como populismo punitivo, en un momento que se supone deberíamos impulsar la resolución de los problemas por la vía de la justicia de paz, y la conciliación; que todo esto debiera llevarnos ahí sí a explotar nuestra máxima como país de que la unión es la fuerza. Al contrario, la unión en este contexto no será la fuerza transformadora del Estado, sino será la fuerza que se imponga coyunturalmente a otra que el día de mañana estará por encima.

Marcelo Arequipa Azurduy es politólogo y docente universitario.

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