Medio: El País
Fecha de la publicación: martes 28 de junio de 2022
Categoría: Institucional
Subcategoría: Servicio de Registro Cívico (SERECI)
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Aunque siempre quedan espacios de resistencia – y Bolivia es uno de esos -, las batallas de hoy no tienen tanto que ver con el reconocimiento de la identidad y la tolerancia sino con el ejercicio práctico de la igualdad
Este martes 28 de junio a nivel mundial se conmemora el Día del Orgullo LGTBI, que a estas alturas todavía sigue generando chascarrillos y polémicas en ciertos círculos reaccionarios también en Bolivia, pero que esencialmente es un día que reivindica la igualdad y la libertad, dos condiciones de lo más liberales que sin embargo son negadas sistemáticamente a un sector de la población.
La fecha viene a recordar los disturbios de Stonewall en Nueva York en 1969, hace más de 50 años, lo que da la medida de tiempo de una lucha siempre inacabada. Los disturbios de Stonewall se resumen como una serie de manifestaciones espontáneas y violentas contra una redada policial que tuvo lugar en la madrugada del 28 de junio de 1969, en el bar conocido como Stonewall Inn del barrio neoyorquino de Greenwich Village. Frecuentemente se citan estos disturbios como la primera ocasión, en la historia de Estados Unidos, en la que la comunidad LGBT luchó contra un sistema que perseguía a los homosexuales con el beneplácito del gobierno, y son generalmente reconocidos como el catalizador del movimiento moderno pro derechos LGTB en Estados Unidos y en todo el mundo.
Lo más común para descalificar este fecha de reivindicación, que se materializa en poderosos desfiles festivos en casi todas las ciudades del mundo, aunque cada vez más se trasladan a los sábados anteriores o posteriores, es aquello de cuestionar que se haga una especie de “apología” de su sexualidad, algo que está precisamente en la raíz del problema, pues aquello de vivir la sexualidad de puertas adentro es lo que ha llevado a la marginalidad, al suicidio y a la violencia a millones de personas en la historia que optaron precisamente por esconderse. La noción básica del día del Orgullo es precisamente evitar que nadie se avergüence de su identidad y es una respuesta política hacia los mecanismos tradicionales de opresión hacia los que se desvían de la heteronormatividad: la vergüenza, la exclusión y las agresiones físicas que pueden llegar hasta la muerte de la víctima.
Aunque siempre quedan espacios de resistencia – y Bolivia es uno de esos - y la última ola de reacción conservadora que recorre el mundo ha vuelto a poner en jaque los avances sociales alcanzados, las batallas de hoy no tienen tanto que ver con el reconocimiento de la identidad y la tolerancia con las diferente es formas de amor que cada cual desarrolla en su libre albedrío sino con el ejercicio práctico de los derechos de la igualdad.
Esto se traduce en cuestiones no muy románticas, pero muy vitales: el derecho de una pareja del mismo sexo a heredarse los bienes, a prestarse el seguro de salud, a adquirir una hipoteca, etc., debates del día a día que lo gobiernos, incluso los aparentemente progresistas como el boliviano, se niegan a enfrentar. Que el único avance en tantos años en Bolivia sea que los transexuales puedan cambiar de nombre en el Registro Civil y que se haya admitido alguna unión libre de rebote es sin duda una cuestión a tener muy en cuenta.
En Tarija el colectivo sigue peleando contra la discriminación que cada tanto vuelve y no se explica muy bien por qué hay que hacer tantos esfuerzos para normalizar algo que es normal. Avanzar en la conquista de derechos que suman para los marginados y no restan a nadie es una forma de estar en el mundo. Y con orgullo.