Medio: El País
Fecha de la publicación: jueves 23 de junio de 2022
Categoría: Autonomías
Subcategoría: Autonomía Indígena
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La historia de cómo un grupo de mujeres indígenas de Yaku-Igua, del pueblo guaraní, le plantaron cara al expansionismo agrícola que estaba devastando lo que para ellas era su hogar: su kaa (monte)
Por más de 20 años, el pueblo guaraní ha luchado por la recuperación de su territorio ancestral de manos de terratenientes. A pesar de que una parte del mismo había sido titulada en 2015, el pueblo tuvo que enfrentar un largo proceso legal que causó dolor y sufrimiento a muchas familias. Finalmente, gracias a la resistencia activa de sus mujeres, las y los guaraníes de Laguna Chica, en Yacuiba, hoy pueden contar en un libro una historia con un final feliz.
“Laguna Chica: primer territorio ancestral, anhelado y consolidado por la fuerza organizada de las mujeres guaraníes”, así se denomina el libro que el 22 de junio las protagonistas de esa historia presentaron en la ciudad de Sucre, con el apoyo del Centro de Capacitación e Investigación de la Mujer Campesina de Tarija (CCIMCAT) y la Coordinadora de la Mujer, y el financiamiento de la Global Forest Coalition (GFC), en coordinación con el Tribunal Agroambiental y el Tribunal Constitucional Plurinacional.
Se trata de una investigación que pone el foco en la resistencia de un grupo de mujeres indígenas de Yaku-Igua, que en representación del pueblo guaraní asentado en Yacuiba le plantaron cara al expansionismo agrícola que estaba devastando lo que para ellas era su hogar: su kaa (monte).
“En 2001, nuestra TCO tenía 75 mil hectáreas. Desde entonces todo había sido fraccionado”, recuerda Mariela Melgar, responsable de Género de la Asamblea del Pueblo Guaraní (APG) de Yacuiba, una de las autoras del estudio.
Sin árboles que les dieran sombra bajo un sol chaqueño, sin agua y sin alimentos que pudieran alimentar a sus familias, más de 30 mujeres acompañadas de sus hijos se instalaron en precarias carpas sobre esas tierras desmanteladas por la mano del hombre y golpeadas, además, por las erosiones hídricas y eólicas de la región. Las mujeres estaban comenzando a cambiar la historia.
“Un grupo de familias, lideradas por mujeres, cansadas de vivir amontonadas en las afueras de Yacuiba, decidieron agarrar a sus hijos y tomar la bandera del pueblo guaraní e instalarse en estas tierras, apropiadas de manera ilegal por empresarios y campesinos. Estaba todo destruido. A pesar del sol, de las lluvias, de la falta de agua y alimentos, las mujeres resistieron durante años, lidiando contra el hostigamiento y la discriminación de los avasalladores”, explica Melgar.
Dicha toma de posesión ocurrió en diciembre de 2017, después de que un área de la Tierra Comunitaria de Origen (TCO) Laguna Chica había sido transferida por el Estado –tras un proceso de saneamiento– a la Asociación de Pueblos Guaraníes como compensación, emitiéndose el correspondiente Título Ejecutorial TIOC-NAL-000170 de 28 de agosto de 2015.
No obstante, los empresarios agrícolas y campesinos comenzaran a cercar el área (230 hectáreas) e intervenirla con maquinaria, pasando por alto la titulación que favorecía al pueblo guaraní. Así, por al menos tres años, las mujeres asentadas en Laguna Chica miraban con impotencia cómo los avasalladores destruían sus bosques, acopiaban madera y sembraban soya, trigo y maíz.
Pero un día se armaron de coraje y apoyadas en una orden de desalojo proveniente del Tribunal Agroambiental, decidieron expulsar a los avasalladores. Fue un largo proceso en el que hubo resistencia de ambos lados. Ellas, las mujeres guaraníes, fueron las primeras en tomar herramientas mecánicas para arrancar, junto con los hombres, los alambrados, postes y casas que los empresarios habían construido en el área para tomar posesión de ella. En respuesta, éstos iniciaron una ofensiva legal para hacerse con el territorio. Incluso demandaron al pueblo guaraní por un monto de tres millones de bolivianos, por los “arreglos que habían hecho”.
Finalmente, después de una “batalla” legal que se dio en instancias del Tribunal Agroambiental, recurriendo, incluso, al Tribunal Constitucional Plurinacional, el pueblo guaraní ganó su cruzada.
“Hemos recuperado nuestro territorio. Actualmente 32 familias están desarrollando una vida en comunidad”, sostiene Melgar. “Con el apoyo de diferentes instituciones estamos trabajando por recuperar la naturaleza, por tener acceso al agua, a una escuela, a un centro de salud, a una vida digna”.
Una de esas instituciones que apoya al pueblo guaraní con el empoderamiento de sus lideresas es el CCIMCAT, para cuya directora, Rosario Ricaldi, la historia de Laguna Chica marca un hito en una larga lucha por la recuperación del territorio ancestral.