Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: viernes 20 de mayo de 2022
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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Las autoridades bolivianas han estado enfrascadas en una estéril discusión sobre el color con el que deben ser pintadas las obras que ejecutan sus respectivas gestiones y eso ha llevado a una guerra de posts en redes sociales entre el gobernador cruceño, Luis Fernando Camacho, y varios ministros, que salieron en defensa del presidente Luis Arce, quien inauguró esta polémica.
“Las obras para Santa Cruz van a llegar de color azul, no van a poder pintarlo de verde, vamos a pintar de azul a Santa Cruz”, dijo el mandatario en Cotoca, sin ruborizarse por estar usando bienes públicos con fines partidarios. Si así está actuando ahora, no hay que ser adivino para saber lo que hará cuando se acerquen las elecciones.
Arce forjó un perfil técnico desde la economía, pero muy rápidamente está cayendo en la politiquería barata, que lo lleva a confundir los bienes del Estado con los suyos. No deberíamos informarle sobre sus atribuciones y limitaciones, pero al parecer el Presidente no las tiene asimiladas, así que hay que decirle que él es un circunstancial administrador del patrimonio de todos los bolivianos. Las obras que encara en su gestión se financian con los impuestos del pueblo y, por tanto, él ni ningún otro político tienen el derecho de pintarlas con el color de su partido.
Y, lo mismo hay que decirle al alcalde de La Paz, Iván Arias, que está pintando de verde turquesa cuanta obra inaugura en la ciudad.
Y ni qué decir de anteriores autoridades, que hicieron uso y abuso de los bienes públicos para beneficio no solo partidario, sino personal, como fue el caso de Evo Morales. Las infraestructuras impulsadas en su gestión no solo eran pintadas de azul, sino que llevaban su nombre y hasta el nombre de sus padres. En su corta gestión, a la expresidenta Jeanine Añez también le alcanzó el tiempo para pintar de verde un hospital cruceño.
Son burdos ejemplos de prebendalismo porque el político cree que de esa forma el elector lo recordará y votará por él en las próximas elecciones.
Frente al discurso de Arce, Camacho lo calificó de “desubicado” porque, en su criterio, las obras no deben tener colores. Fue entonces que los ministros de la Presidencia, María Nela Prada; de Justicia, Iván Lima; de Gobierno, Eduardo del Castillo; de Salud, Jeyson Auza, y de Trabajo, Verónica Navia, salieron al ataque de Camacho, de quien dijeron que no está haciendo obras de ningún color. Y no faltó un viceministro que para atacarlo usó asuntos de la vida privada del gobernador.
Si la energía que usan los políticos para insultarse la canalizaran para entenderse por el bien de la ciudadanía, el país tendría más obras y nadie estaría discutiendo el color con el que deben ser pintadas.