Desde la posesión de Luis Arce, en noviembre de 2020, renunciaron tres autoridades del Tribunal Supremo Electoral (TSE) elegidas en la gestión de Jeanine Añez, en 2019. Esto es interpretado por expertos como el debilitamiento de la institucionalidad del Estado y el asomo de las presiones políticas del MAS dentro de este Órgano.

María Angélica Ruiz, quien ejerció la vicepresidenta del organismo y ocupó interinamente la presidencia tras el alejamiento de Salvador Romero, en 2021, dimitió ayer a su cargo de manera sorpresiva. En su carta adujo que se va “libre y tenaz de haber estado por encima de cualquier obstáculo, adversidad, estereotipo calumnia o presión”.

En el documento amplía el término calumnia y aprovecha en exigir que “es un deber imperativo y no facultativo, que el denunciante pruebe lo denunciado y jamás el denunciado probar su inocencia”. 

Ruiz denuncia haber sufrido calumnias durante su paso en el TSE, aunque no especifica de quien provienen estas acusaciones falsas.

“El discurso político sofista de generar un imaginario conspirativo inexistente no hace otra cosa más que dañar la democracia y la dignidad de las personas”, dice una parte de la carta que fue enviada al presidente nato de la Asamblea Legislativa Plurinacional, David Choquehuanca.

Para los politólogos, la renuncia de la ahora exvocal se debe a tres factores: las presiones del MAS a través de la vocal Dina Chuquimia, puesta en el cargo por el jefe de Estado; la desorganización y falta de concertación al interior de la institución; y el aumento de exigencias externas, como los posibles revocatorios a las autoridades departamentales a mitad de gestión y las discusiones sobe la distribución de escaños que traerá el Censo de Población y Vivienda después de noviembre de este año.

“La renuncia de Ruiz denota la presión política en la que los vocales están sumergidos, es una especie de limbo entre cumplir con la ley o cumplir con las consignas políticas. Ellos están avizorando que se vienen revocatorios, situaciones del censo y el TSE jugará un rol importante. Ellos están con esa presión y hay discordancias que entre ellos”, manifestó el abogado y analista político Jorge Santistevan a EL DEBER.

El analista Paul Antonio Coca señaló que el Órgano Electoral también está sumergido en la crisis política que atañe a las otras instituciones del Estado desde la renuncia de Evo Morales a la Presidencia, incluso desde antes.

En concordancia, el líder de Comunidad Ciudadana, Carlos Mesa, afirma que la dimisión de Ruiz “vuelve a colocar al TSE a merced del control masista y devela una profunda crisis institucional no resuelta desde el fraude monumental de 2019”.

Al respecto, el presidente del Senado, Andrónico Rodríguez (MAS), lamentó que el opositor continúe “estigmatizando” a esta institución de manera negativa. 

“Por más de una década han estigmatizado que el TSE es masista. El 2020 estaba en manos de ellos, prácticamente; el gobierno de facto designó al señor Romero y cuando ganamos las elecciones, acusaron al señor Romero de que se vendió al MAS”, refutó.

Rodríguez adelantó que ante la ausencia de la vocal será la Asamblea que posesione a su reemplazo mediante resolución.

De acuerdo a la nómina de vocales suplentes, la ciudadana Nelly Arista Quispe tendría que ocupar el puesto de Ruiz, ya que en 2019 obtuvo 123 votos de la Asamblea Legislativa.

Según la Ley 018, se debe realiza la elección por orden de prelación de los vocales suplentes según la cantidad de votos que obtuvieron. Por ello, Arista queda en primer lugar. En caso que haya renunciado, le corresponde al siguiente.

Cuando en 2018 los entonces vocales del Órgano Electoral Katia Uriona y José Luis Exeni renunciaron, y había urgencia por llenar las acefalías, se conoció que todos los vocales suplentes, excepto una, habían renunciado. Entre los que dejaron el cargo estaba Arista. Según archivos de prensa, fue designada vocal suplente del TSE en 2015 y renunció entre mayo y septiembre de ese año.