Medio: El Potosí
Fecha de la publicación: domingo 15 de julio de 2018
Categoría: Debate sobre las democracias
Subcategoría: Democracia representativa
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“El desprecio a Evo es el desprecio a ustedes, es el desprecio a las polleras, es el desprecio al color de piel...” afirmó. “No es para amargarse sino para saber cómo es la pelea, q’aras contra indios, q’aras y gringos contra trabajadores, campesinos y pueblo, esa es la pelea” dijo en tono de arenga a un reducido grupo de seguidores del MAS en los Yungas de La Paz.
Al día siguiente, en la misma zona, el Presidente Evo Morales sugirió a sus partidarios que saquen a patadas a sus adversarios. “Aquí están viniendo a Yungas, exviceministros de ADN, de Banzer, de Goni para confundir con talleres, seminarios. Si fuera cocalero de Yungas a chutazos sacaría de aquí, porque no tienen ninguna moral ni autoridad para seguir confundiendo”, dijo.
Ambos discursos, pronunciados en circunstancias similares, en una de las regiones más conflictivas del país como son las zonas productoras de coca de La Paz, muestran una irresponsabilidad que no se puede admitir. Son mensajes cuyo principal propósito es incitar al odio racial, en un claro intento de llevar al terreno de los resentimientos étnicos lo que corresponde única y exclusivamente a las disputas políticas propias de cualquier país regido por normas de convivencia democrática.
El asunto es más grave aún si se considera que en los Yungas de La Paz está latente una rebelión de los productores de coca de esa región que se sienten afectados por la Ley que regula los cultivos de esa planta. Están tan disconformes con la manera como el gobierno del MAS ha marcado los nuevos límites entre la coca legal y la ilegal, la destinada al consumo tradicional y al narcotráfico, que han quitado su apoyo a la fórmula reeleccionista. No debe olvidarse que hace poco esas disputas estuvieron a punto de desencadenar violentos enfrentamientos y que las causas del conflicto no han sido superadas.
Si a esos antecedentes se suman otras muestras de creciente beligerancia en las filas gubernamentales, hay motivos para ver con preocupación y temor los cauces hacia los que se pretenden dirigir las disputas políticas.
En tales circunstancias, es necesario exhortar a las principales autoridades gubernamentales a que no caigan en la tentación de salirse de los límites dentro de los cuales todos los bolivianos debemos actuar. Deben saber que lo que dicen y hacen tendrá consecuencias, y el camino que al parecer han elegido sólo puede conducir a indeseables escenarios de intolerancia, odio y violencia