Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: viernes 18 de marzo de 2022
Categoría: Organizaciones Políticas
Subcategoría: Renovación dirigencias
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En el Movimiento Al Socialismo (MAS) está en curso una rebelión interna en contra del jefe del partido, Evo Morales Ayma, quien está acusado, por sus propios dirigentes medios y militantes, de ser dictatorial, autoritario y hasta machista.
Es muy temprano aún para saber cuál es el curso que tomará la crisis interna, pero lo que está a la vista es que Morales y su entorno están jugando sus propias cartas para sofocar el descontento. En ese marco, expulsaron al diputado cruceño Rolando Cuéllar, el mayor crítico de Morales dentro del MAS, y amenazan con quitarle el curul de diputado.
Con esa acción, Morales lo único que hace es confirmar aquello de lo que se le acusa: es vertical y hasta dictatorial en su partido. Los problemas en el MAS no se resuelven democráticamente, sino con el implacable dedo acusador del jefe.
En el pasado, los disidentes del MAS también fueron relegados del partido, entre ellos Rebeca Delgado, Damián Condori, Eduardo Maldonado y Eva Copa que, aprovechando la crisis actual, está cada vez más cerca del gobierno de Luis Arce, lo que implica estar lejos de Evo Morales.
Sin embargo, a diferencia de los casos señalados, ahora no es únicamente Rolando Cuéllar el militante descontento. Dos regionales, la de Santa Cruz y la de Beni, han pedido al Tribunal Supremo Electoral (TSE) viabilizar un congreso para jubilar a Evo Morales de la dirigencia nacional del MAS, en la que aseguran se ha prorrogado más de lo que sus normas internas se lo permiten.
Una ola renovadora y una corriente concertadora está emergiendo en el MAS y, al parecer, también involucra al presidente Luis Arce, que se ha negado a hacer los cambios de Gabinete exigidos por Evo Morales y las organizaciones sociales que le apoyan.
El exvicepresidente Álvaro García Linera, en una reciente entrevista, reconoció que podría producirse una “fractura popular” e incluso reconoció la posibilidad de que Evo Morales y Luis Arce vayan con candidaturas separadas en las elecciones de 2025. Esa declaración no puede ser otra cosa que el anuncio de una ruptura.
Éstas son señales de que esta vez a Morales no le será fácil imponer su autoridad únicamente expulsando a tal o cual militante como lo hizo cuando tenía más poder. O, por el contrario, llegará el momento en el que los expulsados serán tantos y tan poderosos que Morales únicamente se quedará como dueño de una sigla sin alma.
Tal vez la única salida digna que le queda a Morales sea dar curso a los pedidos de democratización partidaria convocando a un congreso y poniendo en consideración su propio cargo. Difícil creer que Morales sea capaz de tanta institucionalidad.