Medio: Jornada
Fecha de la publicación: jueves 23 de noviembre de 2017
Categoría: Procesos electorales
Subcategoría: Elecciones judiciales
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En este tiempo ha ido subiendo la temperatura electoral, con los esfuerzos del Tribunal Supremo Electoral, por medio de una intensa campaña mediática con los candidatos, para inducir a los ciudadanos a concurrir a estas justas electorales.
Mientras tanto otra corriente, de partidos y líderes de la oposición, así como de los denominados colectivos ciudadanos, han convocado al voto nulo, por considerar que el oficialismo seleccionó a los candidatos a los órganos judiciales, con personajes alineados al masismo y dentro de la filosofía de continuar controlando ese poder del Estado.
La primera elección por medio del voto ciudadano, se efectuó hace 5 años, oportunidad en la que los votos blancos y nulos superaron a los válidos, con un claro rechazo ciudadano, el mismo que se lo trata de repetir en esta oportunidad.
El oficialismo ha criticado duramente la posición pública adoptada y la campaña en favor del voto nulo, solicitando algunos adherentes que el Tribunal Electoral sancione a los responsables, medida que no es conducente, considerado que en la Constitución Política del Estado se determina que los votos pueden ser válidos, blancos o nulos.
Lo cierto es que este plebiscito, al margen de buscar el rechazo a los candidatos a magistrados, los que serán elegidos aunque sea con menos cantidad de votos, está dirigido a rechazar las políticas gubernamentales y la pretendida reelección por cuarta vez o indefinida del Primer Mandatario, camino que se encuentra en manos del Tribunal Constitucional.}
La justicia en lugar de haber solucionado sus lacras del pasado, más bien las ahondó y hoy tenemos un poder que no garantiza justicia para los bolivianos, aunque si está presta a cumplir las órdenes de los otros poderes del Estado.
La corrupción, la retardación d justicia y otros males, continuarán siendo la moneda corriente en nuestro país, lo que podría obligar a que en un futuro se piense seriamente en desechar el voto popular y, más bien, optar por la meritocracia y la no injerencia política para conseguir el objetivo anhelado.