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Medio: El País
Fecha de la publicación: lunes 21 de febrero de 2022
Categoría: Autonomías
Subcategoría: Departamental
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Tariquía, Margarita y la recuperación secundaria de pozos son tres temas altamente sensibles que entrelazados solo hacen que despertar más susceptibilidades en el departamento
- Redacción Central / El País
- 21/02/2022 00:00
Quien ha anunciado la revisión del factor de distribución del megacampo Margarita-Huacaya, unido en 2012 por los intereses económicos de Repsol y para regocijo de Chuquisaca y sus autoridades, ha sido el ministro de Hidrocarburos Franklin Molina y no el presidente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), y por ende, se entiende que hay un afán del Gobierno Nacional en revolver ese tema.
Los antecedentes no pueden hacer otra cosa que disparar todas las defensas tarijeñas, pues nunca que alguien “de La Paz” se ha interesado en demasía en estas cosas de los hidrocarburos departamentales nos ha ido bien. Cabe por tanto preguntarse por qué es necesario modificar un factor que de hecho no se aplica, pues en su momento se publicitó una cifra que hacía referencia al gas contenido en tres reservorios, pero sólo uno de ellos era compartido y utilizado, por lo que el reparto se hace en base a la estimación de ese reservorio y no del total.
Pasaron demasiadas cosas aquel año, pero influyó decisivamente que el gobierno departamental estuviera en manos de un Lino Condori interino dispuesto a cualquier cosa para contentar a su partido y mantenerse a flote en su momento de gloria. Por otro lado, el gran beneficiario fue el MAS en Chuquisaca, que pudo mostrar con dinero montante y sonante la conveniencia de su elección y consolidar los gobiernos de Esteban Urquizu, siempre muy cuestionado.
En este momento no hay gobierno del MAS en Tarija, donde gobierna Óscar Montes, ni en Chuquisaca, donde lo hace Damián Condori, algo que hace todavía más sospechoso el movimiento.
Diferentes analistas señalan que lo de Margarita es una distracción para entrar en Astilleros o incluso en San Telmo, está área sí, inopinablemente dentro de la Reserva Nacional de Tariquía y que genera un rotundo rechazo en el departamento. También que el plan de reactivación de YPFB incluye la recuperación de pozos abandonados con técnicas no convencionales que permitan “rascar la olla”, lo que traducido implica fracking y riesgo para el medio ambiente.
En conjunto son tres temas altamente sensibles que entrelazados solo hacen que despertar más susceptibilidades en el departamento, uno de los pocos que se mantiene en firme oposición al Movimiento Socialismo en sus resultados.
Evidentemente, de fondo están las urgencias. El Gobierno necesita incorporar producción en el corto plazo, lo que ha hecho con el Margarita 10, y también en un mediano, como se espera con los proyectos de reutilización de campos viejos – que tampoco incorporarán grandes reservas – y con los proyectos en Tariquía, con los que se es excesivamente optimista viendo cómo funciona el sector.
Seguramente hay otras formas de hacer las cosas, pero alguien parece empeñado en confrontar con los tarijeños, o al menos, no tomar en cuenta ni sus opiniones ni sus sensibilidades, a pesar de que la hoja de servicios es intachable y las deudas, graves. Quién sabe si hay tiempo para reconducir las cosas.