Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: lunes 14 de febrero de 2022
Categoría: Consulta previa
Subcategoría: Consultas en materia minera
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El Parque Madidi recién cumplió 21 años desde su creación. Hoy vuelve a la agenda noticiosa debido al acoso de la minería informal, esa que en los ríos amazónicos se realiza a tajo abierto y con el uso de mercurio.
El mercurio, desde hace años ya, está causando una verdadera catástrofe ambiental en Bolivia. Está entre los químicos más nocivos para el medio ambiente y la salud humana. Los relatores de Naciones Unidas para sustancias tóxicas y derechos humanos, en una carta dirigida al gobierno boliviano hace unos meses, alertan sobre los elevados índices de contaminación por mercurio en mujeres Esse Ejja en la cuenca del río Beni, hecho que ha sido investigado y denunciado por el CEDIB.
Los expertos expresan su preocupación y alarma por la vulneración de derechos humanos ante el “incremento desmedido” en la importación y uso de mercurio en Bolivia y es que nuestro país se ha convertido el 2020 en el segundo importador mundial de esta sustancia, aunque una parte es desviada ilegalmente al Perú -país que limitó las importaciones-, su principal destino es la minería aurífera en el departamento de la Paz.
Lo irónico es que Bolivia ratificó el 2016 el convenio de Minamata, que tiene el propósito de reducir su producción y uso para proteger la salud humana y el medio ambiente ya que el mercurio puede ser fatal e incluso en pequeñas cantidades causa graves problemas de salud y altera el desarrollo de niños y bebés. Pero el riesgo no se reduce al daño a la población y el ecosistema local, el impacto ambiental se extiende peligrosamente a lo largo de la macrocuenca y se amplía por el comercio y consumo de productos contaminados.
Por eso la Comunidad Andina creó un Observatorio para su monitoreo; existiendo además investigaciones sobre su conexión a otros delitos y al crimen organizado entorno al narcotráfico, comercio de armas y trata de blancas según un informe de la BBC.
Bolivia está en el centro del problema regional. El gobierno del MAS en sus versiones Arce y Morales, y el breve periodo de Añez, demostraron que no cuentan con voluntad política ni con la estrategia para enfrentar a la minería, que debe ser el “movimiento social” más fuerte y más rico hoy en Bolivia, puede ser que incluso más que los cocaleros. Todos recordamos que la única vez que se intentó regular el sector cooperativista, acabaron con la vida de un viceministro.
El año 2021 la exportación de oro llegó a 5.300 millones de dólares superando al gas; pero sólo dejó 2.7% en impuestos, apenas 144 millones de dólares, gracias a que los cooperativistas lograron del gobierno del MAS tratos tributarios preferentes, según indica una investigación de la Fundación Milenio.
Está muy claro que la política gubernamental respecto a la minería aurífera no funciona ni ambiental ni económicamente para Bolivia.
Las cooperativas se han duplicado, más del 75% de ellas explotan oro y casi todas operan en La Paz, pero detrás de varias se encuentran capitales extranjeros, principalmente chinos.
La introducción de dragas y otros equipos pesados dejó atrás a la minería artesanal, como documenta la periodista Jimena Mercado en sus crónicas sobre la explotación del oro en la Amazonía. Precisamente el 3 de febrero ingresaron violentamente con maquinaria pesada, a varias comunidades del MADIDI y sin exhibir autorizaciones pusieron una tranca que impide el ingreso de los propios guardaparques, lo que es un delito.
El Madidi está bajo asedio de la minería informal y las perspectivas no son buenas. Bolivia puede perder la región con mayor biodiversidad por m2 del planeta. En cinco años el proyecto Identidad Madidi, aportó el registro de potenciales nuevas especies: 29 de plantas, cuatro de reptiles y una de murciélagos.
Cecilia Chacón es abogada