Medio: El Potosí
Fecha de la publicación: martes 08 de febrero de 2022
Categoría: Organizaciones Políticas
Subcategoría: Otros
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Hace años, en el pináculo de su poder, gracias a sus contundentes resultados electorales y al abrumador apoyo que recibió en el referendo revocatorio de 2008, el entonces presidente Evo Morales dijo, en una hoy célebre entrevista, que él y su partido, “le metemos nomás” a todo, aunque sea pasando por encima de las leyes, porque para eso estaban los abogados, para convertir lo ilegal en legal.
Lo que pareció un lapsus del expresidente era, en realidad, la exteriorización del pensamiento de Morales: él mostró, después, y lo sigue haciendo ahora, que cree que está por encima de la ley, pues pasó por alto la Constitución Política del Estado y los resultados de un referendo vinculado, el de 2016. Por eso, por ese mal ejemplo, a muchos militantes del MAS les cuesta diferenciar entre lo legal e ilegal. Eso sí… lo que sí saben es hacerse a las víctimas.
Si algo ha enseñado eficientemente Evo Morales a sus seguidores durante más de 15 años es a victimizarse por todo y nada, incluso de sus propios errores, y culpar a la derecha; la derecha es el joker de la baraja: sirve para los más insospechados usos. Así, la derecha puede ser culpable de los hechos de corrupción que cometen los “pobres indígenas” en el poder, de las fiestas con alcohol que organizan en el despacho del gobernador de origen indígena, y hasta de la lluvia y el sol. La derecha es la responsable de todo.
El gobernador de Potosí, Jhonny Mamani, autorizó la compra de 41 ambulancias a una empresa conformada pocos días antes de la licitación, las compró a precios más caros que los que ofrecían otras importadoras, las compró sin servicio técnico ni de repuestos, las recibió formalmente con un documento, precisamente de recepción, el 31 de diciembre, pero ni ese día ni nunca llegó ni siquiera uno de los 41 vehículos.
La “empresa” que se adjudicó la provisión de las ambulancias en Potosí tiene un capital de operaciones de Bs 100.000, es decir, un monto que no alcanza ni para cubrir el 25 por ciento del valor de una sola de esas ambulancias.
Esa misma “empresa” ni siquiera tenía un NIT registrado en Impuestos Internos: utilizó, indebidamente y de manera ilegal, el NIT de un taller de mantenimiento de vehículos.
Con tantas irregularidades groseras, el gobernador de Potosí tendría que estar detenido, pero como es del MAS, no solo no está detenido, investigado ni procesado, sino que tiene el coraje de culpar a la derecha de su oscuro proceder y decir que “no le importa, carajo,” lo que digan los medios de comunicación de ese acto a todas luces corrupto por un valor de más de 20 millones de bolivianos.
Mamani asistió la semana pasada a la población potosina de Uncía, donde anunció que se construirá una unidad educativa que se llamará María Ayma en homenaje a la madre de su jefe Evo Morales. Claro, el gobernador parece tomar más previsiones para quedar bien con el jefe masista y así gozar de confianza y protección para que nadie se anime a procesarlo por el millonario acto de corrupción que estuvo a punto de cometerse y que se impidió gracias a la denuncia de los medios de comunicación.
“Cuando la derecha arremete es porque hemos cometido un simple delito: trabajar de la mano de nuestro pueblo… Nosotros lo que prometemos cumplimos, no somos cártel de la mentira”, dice muy suelto de cuerpo y sin sonrojarse el gobernador Mamani. Si trabajar de la mano del pueblo es acumular sospechas en la compra fraudulenta de ambulancias como las anotadas más arriba, es que algo anda muy mal. Este es un tiempo de los antivalores donde los que cometen irregularidades son las víctimas inocentes y los denunciantes son la derecha mentirosa que, como dice Mamani, “no le importa, carajo”.
Es, nomás, el mal ejemplo de Evo Morales.