Medio: El País
Fecha de la publicación: jueves 03 de febrero de 2022
Categoría: Órganos del poder público
Subcategoría: Órgano Judicial
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La Justicia también hay que encarnarla y, en esto, las personas llamadas a dar el ejemplo son precisamente las autoridades institucionales y políticas, cada día están más lejos
- Redacción Central / El País
- 03/02/2022 00:00
Hay decenas de dichos sobre la utilidad real de crear una comisión para tratar de solucionar un problema, peor si es urgente, sin embargo, por la esperada participación de la sociedad civil, y en este caso de Mujeres Creando con la incombustible María Galindo al frente, cabe darle el beneficio de la duda a la propuesta articulada desde el Ministerio de la Presidencia de María Nela Prada para tratar de calmar la indignación popular por la constatación de que decenas de violadores y feminicidas sentenciados están, básicamente, libres.
Es verdad que es un paso más respecto a la forma “tradicional” de acabar con estos escándalos y que básicamente han venido consistiendo en agarrar al individuo y darle un escarmiento mayúsculo sin entrar a valorar el asunto de fondo. Es posible que el juez Rafael Alcón tenga culpa de que Richard Choque Flores, con sentencia de 30 años desde 2013, estuviera libre en pleno 2022, pero todo el mundo sabe que hay muchos Choque y Alcón en el país y no solo en materia penal.
La podredumbre de la Justicia se ha extendido ya por todos los estrados y salones, por todas sus jurisdicciones – civil, penal, administrativa, agraria, etc., - por todos los departamentos y seguramente por todos los niveles de responsabilidad, por ello, es importante tomar medidas urgentes para resolver el problema de la violencia sexual, pero no debe dejar en el olvido que el país necesita una reforma completa y estructural de la Justicia.
El cambio debe ser de fondo. El fracaso de la Justicia es un fracaso de Bolivia como sociedad y es el resultado de una quiebra moral que tiene muchos insumos, pero principalmente parte de un sistema educativo fracasado y de un sistema familiar cada vez más desestructurado.
La Justicia se enseña desde chicos, en el colegio y en la familia, enseñando a hacer el bien sin mirar a quien y a hacerse responsable de los propios actos, sin embargo, de un tiempo a esta parte nada de esto parece importar. Hablar entonces de la Justicia es hablar de un sistema corrupto y entrampado del que nadie podrá salir indemne por el hecho de tener razón o ser inocente.
La Justicia también hay que encarnarla y en esto, las personas llamadas a dar el ejemplo son precisamente las autoridades institucionales y políticas, que cada día están más lejos por la permanente polarización de la lucha partidaria, pero, sobre todo, por la soberbia y la impunidad que se instaló en los más altos niveles de gobierno.
Ninguna reforma de la Justicia será aceptada si es tutelada por un Movimiento Al Socialismo cada vez más a la deriva, con sus referentes morales de siempre cubiertos ahora por las evidencias del autoritarismo, la antidemocracia y las sospechas muy fundadas de corrupción o encubrimiento.
La cuestión es que la bola va creciendo y nunca nadie sabe cuándo será el momento exacto en el que la indignación estalle, pero de momento el camino parece ir directo al precipicio. O al tumulto.