Medio: Página Siete
Fecha de la publicación: miércoles 02 de febrero de 2022
Categoría: Consulta previa
Subcategoría: Concesiones mineras, construcción de carreteras, exploración hidrocarburífera, proyectos de desarrollo, otros
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Recuerdo de forma clara ver una de muchas imágenes durante los incendios del 2019 en la que un árbol solitario era el único en pie en lo que solía ser una área verde. La imagen de ese árbol sobreviviendo fue una fuente de esperanza en ese momento, pero también es una representación simbólica de los muchos árboles que deberían seguir ahí, de pie. Tres años después, en pleno 2022, una nueva imagen de un árbol solitario expone una nueva deforestación masiva, esta vez en el Chaco cruceño: Tres mil hectáreas de bosque seco chaqueño han sido deforestadas por grupos menonitas en Cuarirenda, dentro del municipio de Charagua. Lo que es aún más sorprendente es que estos grupos han construido un puente de 150 metros de largo sobre el río Parapetí, sin autorización gubernamental ni estudios de impacto ambiental.
Jefes de estos grupos menonitas contaron a periodistas de la revista Nómadas cómo este puente tuvo un costo de medio millón de dólares americanos. Este puente de acero tiene un peso de más de 150 toneladas. Su altura es de cinco metros y con un ancho de más de tres metros es una pasarela perfecta para los cientos de orugas que ahora cruzan a deforestar la zona contigua al Parque Nacional y ANMI Kaa Iya.
Las consecuencias ambientales de un puente de semejante magnitud no se han hecho esperar. Los grupos menonitas construyeron este puente para así poder deforestar, habitar y explotar las más de 14 mil hectáreas de bosque que recientemente compraron en los Bañados de Isoso. Su meta se está concretando. Gracias a la creación de este puente, quince orugas ya han podido cruzar a esta zona y las mismas han deforestado tres mil hectáreas. Más de 200 familias ya han cruzado el puente para asentarse allí, y en consecuencia, han perforado más de una docena de pozos para proveerse de agua.
El tamaño monumental de este puente de 150 toneladas contrasta fuertemente con la pequeñez de las autoridades, que no logran explicar cómo pudo permitirse semejante atentado contra los bosques de los Bañados de Isoso. Miembros del grupo menonita que está deforestando Cuarirenda dijeron a periodistas que tenían el permiso gubernamental para deforestar el área. En respuesta a esto el director Ejecutivo de la ABT dijo que tomarán medidas “cuando reciban el informe” sobre el puente, y cae hasta en lo cómico la pasividad de tal respuesta. Por su parte el Ministro de Obras Públicas dijo que “tomarán acciones” respecto al puente para hacer respetar el derecho de los cruceños - pero aclaró antes que tales acciones se ejecutarán “si las alcaldías y gobernaciones no lo hacen”.
Y la verdad es que este puente, con sus 150 metros de largo y 150 toneladas de acero, es un monumento a la inutilidad del gobierno en temas de medio ambiente. Es increíble que recién ahora que una infraestructura de medio millón de dólares está funcionando y más de 200 familias han deforestado Cuarirenda, recién el gobierno “pida informes” y amenace con alguna acción si otras partes del gobierno no la toman. Pero al mismo tiempo esta es la prueba clara de lo único que hacen las autoridades respecto a nuestra biodiversidad: Hacer la vista gorda, ignorar la deforestación masiva, y fingir indignación cuando su inoperancia llega a las noticias y se vuelve conocimiento público.
El puente de Cuarirenda debe derrumbarse. El puente en sí y la deforestación que hace posible están asesinando lentamente a los Bañados de Isoso y las miles de especies que ahí coexisten desde mucho antes que nosotros les pongamos nombre. Estos humedales son los más grandes de la región del Chaco, la cual es internacional. Cada día que ese puente sigue erguido es un día más que se comprueba la irresponsabilidad y corrupción estatal. Ante una violación tan clara de la ley, no puede haber punto intermedio de negociación para mantenerlo. Precisamente por esto, el gobierno boliviano debe garantizar la protección de los Bañados de Isoso y del ANMI Kaa Iya frenando la actividad humana en la zona.
Jhannise Vaca Daza es activista de derechos humanos y no violencia, cofundadora de Ríos de Pie.